Por: Miguel Ramírez (Periodista de Investigación)
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El expresidente Alan García empezó a planear su suicidio una semana antes de ejecutarlo. Ocurrió el miércoles 10 de abril cuando se enteró que el fiscal José Domingo Pérez había pedido su detención. El miércoles 17, cuando el juez aprobó detenerlo y fueron a aprehenderlo, sacó su pistola Colt y se metió un balazo en la sien.
Aquel político que un diplomático estadounidense calificó como un hombre con un ‘ego colosal’ y advirtió sobre sus posibles ‘trastornos maníacos depresivos y desórdenes bipolares’, no quiso verse preso.
Con su muerte evadió responder ante la justicia por los presuntos sobornos de US$14 millones que le habría entregado la empresa Odebrecht en su segundo gobierno.
García sabía que su suerte estaba echada. Esta vez no podría burlarse de la ley, como lo hizo en 1992, cuando huyó del país y esperó que prescribiera un proceso que probó su enriquecimiento ilícito durante su primer gobierno (Expediente Fiscal 1750-95).
Hace unas semanas, el procurador brasileño Orlando Martello emplazó a Jorge Barata –el exmandamás de Odebrecht en Lima– a contar toda la verdad a los fiscales peruanos, que lo interrogarán hoy, sobre los sobornos que le pagó a García.
Hasta ese momento, Barata guardaba silencio y no había implicado en nada al exmandatario. Según fuentes confiables, Martello le dijo que si no colaboraba perdería los beneficios que tiene en Brasil.
Barata entendió el mensaje. No solo prometió contar todo. Como muestra de su decisión, entregó información sobre los más de US$4 millones que dio a Luis Nava Guibert, el secretario personal de García, a través del apelativo de ‘Chalán’, y a su hijo José Antonio Nava, identificado como ‘Bandido’.
Toda esa información fue enviada al fiscal José Domingo Pérez, quien el miércoles 10 de abril le pidió al juez Juan Sánchez la detención preliminar de García. El líder aprista se enteró, pese a que todo se manejaba en la más estricta reserva. No dijo nada a la prensa, pero entendió que su amigazo Barata ya no lo encubriría más.
El domingo 14, cuando el portal de investigación IDL-Reporteros hizo estallar la noticia llegada de Brasil, García supo que su detención ocurriría en cualquier momento. Entonces, preparó su suicidio. El miércoles, cuando llegaron el fiscal y los policías, se mató.
García no es héroe ni mártir, como dicen sus fanáticos seguidores. Fue un presidente que se volvió millonario (en 1985 declaró como único patrimonio apenas un reloj) y su segundo gobierno fue el más corrupto de los últimos años, según una encuesta que es pública.
¿Quién sucederá a Alan en el Apra? Ninguno de los que queda tiene trascendencia alguna. Es lamentable que los viejos dirigentes manipulen a su último hijo, de apenas 14 años, para hacerlo insultar y difamar a los opositores políticos de su padre. Nos vemos el otro martes.