Por: Miguel Ramírez

En el mundo de la mafia siciliana existía un código inquebrantable, la omertá, la ‘ley del silencio’, ser sordo, mudo y ciego para vivir en paz. Tal parece que es lo que ocurrirá con Edwin Luyo, Miguel Navarro y , los exfuncionarios apristas detenidos por cobrar millonarios sobornos de la empresa brasileña . Apenas fueron capturados, dijeron que contarían toda la verdad, pero ahora ya no quieren decir nada.

Al margen de lo que digan, es bueno recordar que las dos gestiones del expresidente tienen un denominador común: varios de sus funcionarios de confianza terminaron envueltos en escándalos financieros, sobornos millonarios y cuentas en el extranjero, pero nunca revelaron quién fue el verdadero beneficiario de ese dinero sucio.

Muchos han olvidado el caso de Leonel Figueroa y Héctor Neyra, presidente y gerente general del Banco Central de Reserva (BCR), respectivamente, durante el primer gobierno de Alan García.

Corría el año 1991 cuando el fiscal de Manhattan, Robert Morgenthau, reveló que ambos habían recibido sobornos por US$3 millones, por depositar en 1986 parte de nuestras reservas en el Banco Internacional de Crédito y Comercio (BCCI). El magistrado estadounidense descubrió que el BCCI, uno de los bancos más importantes del mundo, estaba involucrado en lavado de dinero, narcotráfico y financiaba el terrorismo internacional.

Figueroa y Neyra habían depositado en esa entidad ¡US$270 millones! de nuestras reservas internacionales, y a cambio recibieron una ‘coimisión’ de poco más del 1%, que hacía los US$3 millones que fueron depositados en una cuenta en Panamá.

El impecable fiscal Morgenthau dijo que tenía conocimiento de que Alan García fue consultado por ambos funcionarios para colocar el dinero en el BCCI.

La entonces fiscal de la Nación, Nelly Calderón, el vocal supremo Hugo Sivina y una comisión del Congreso confirmaron que, en efecto, Alan García había autorizado ese desembolso, aunque él siempre lo negó.

Entre otras pruebas, apareció un fax que Figueroa le dirigió a Neyra en los días claves del depósito. “Para tu conversación con Amer (un alto funcionario del BCCI)”. Al costado estaba su firma con una anotación de su puño y letra que decía: “Dile que el presidente ya está de acuerdo con lo conversado”.

Figueroa y Neyra fueron detenidos y encarcelados, pero jamás confesaron para quién era el millonario soborno. Luego salieron de prisión y ya nadie supo de ellos.

El otro fue Agustín Mantilla, el amigo íntimo y eterno ministro del Interior de Alan García. Mantilla murió pobre, casi en la miseria, pero nunca dijo de quién eran los US$6 millones que se le descubrió en una cuenta de Nueva York, que él jamás tocó.

¿La omertá aprista funcionará otra vez? Veremos si el fiscal Hamilton Castro es tan eficaz como con Alejandro Toledo. Nos vemos el otro martes.

tags relacionadas

NOTICIAS SUGERIDAS

Contenido GEC