POR: MIGUEL RAMÍREZ / PERIODISTA DE INVESTIGACIÓN
La pandemia del coronavirus hizo que una noticia indignante pasara desapercibida: Abimael Guzmán Reinoso, el líder de Sendero Luminoso, solicitó su libertad por temor a contagiarse con esa enfermedad.
El Poder Judicial la admitió a trámite, pero eso no significa que aceptará la petición del otrora jefe de esa secta terrorista, que desangró al país durante más de dos décadas.
Los fujimoristas siempre se jactan de haber derrotado al senderismo, pero siempre es importante recordar que el expresidente Alberto Fujimori y su siniestro asesor Vladimiro Montesinos, pactaron acuerdos políticos con el líder senderista.
A cambio, se olvidaron de los miles de peruanos muertos, lo trataron con benevolencia y le permitieron gollerías inimaginables en su celda de la Base Naval del Callao, en donde fue recluido en 1992.
Fue Rafael Merino Bertet –y no Montesinos- quien, apenas se instaló en su celda, empezó a hablar con Guzmán. Merino, un viejo zorro del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), se pasaba horas enteras conversando con él.
En sus reportes diarios, le dijo a Montesinos que el líder senderista era un ‘tigre de papel’, capaz de todo para tener una vida confortable.
Entonces entraron a tallar Montesinos y Fujimori. Le permitieron a Guzmán verse con su pareja Elena Iparraguirre. Le acondicionaron un ambiente donde podían tener relaciones conyugales. El día del cumpleaños de la Iparraguirre, Montesinos le envió una torta, un opíparo almuerzo y sendos vinos tintos argentinos. Y para amenizar el acontecimiento, una grabación de ‘My Way’, de Frank Sinatra, que la pareja escuchó llorando.
Lo más alucinante era que, una vez al mes, Montesinos los llevaba a pasear en una moderna lancha, ante la mirada atónita de los marinos que los custodiaban. Además de buena comida, Montesinos les enviaba libros, periódicos, películas y les permitía llamadas telefónicas nacionales e internacionales.
Un año después, en octubre de 1993, Abimael Guzmán pidió a sus huestes que se rindieran. Montesinos hizo que los principales mandos senderistas fueran trasladados desde sus prisiones hasta la Base Naval. Allí los hizo posar junto con su líder e Iparraguirre firmando un ‘acuerdo de paz’.
Montesinos se sentó al costado de la cúpula sanguinaria. Le pidió al camarógrafo del SIN que lo filmara. Luego filtró el video a sus amigos periodistas para que lo difundieran y apareciera como un héroe.
Montesinos y Fujimori, con el respaldo de Guzmán, armaron ese show mediático que utilizaron en las campañas electorales, que les permitió perpetuarse en el poder durante una década, en medio de escándalos de corrupción y crímenes.
Es comentario general en los organismos de inteligencia que, a cambio de firmar ese ‘acuerdo’, la pareja senderista recibió una millonaria recompensa.
Quizás Guzmán, con el pretexto del coronavirus, ahora pretenda disfrutar de esa plata maldita, guardada en una cuenta secreta o debajo del colchón de uno de sus conocidos. Nos vemos el otro martes.
Los artículos firmados y/o de opinión son de exclusiva responsabilidad de sus autores