La familia de Jairo Raúl Espinoza Huamaní no encuentra consuelo. A pocos días de su asesinato, un nuevo acto de violencia sacudió sus vidas: un grupo de delincuentes profanó su tumba en el cementerio de Nueva Esperanza, en Villa María del Triunfo, y le robó la camiseta de Alianza Lima con la que había sido enterrado. El indignante hecho, que ha conmocionado a vecinos y organizaciones del distrito, habría sido ejecutado por barristas rivales.
El joven mototaxista, de apenas 28 años, fue asesinado a balazos el pasado 10 de julio tras dejar a una pasajera en la zona de Las Torres de Melgar.
Según su madre, Rosario, sujetos armados descendieron de dos vehículos y lo acribillaron en plena calle. Apenas tres días después, mientras la familia aún lloraba su partida, llegó la noticia más dolorosa.
La misma noche del sepelio, realizado el 13 de julio, los seres queridos de Jairo comenzaron a recibir llamadas y mensajes de WhatsApp alertando sobre publicaciones en redes sociales. Los propios delincuentes habrían difundido imágenes y textos burlones anunciando que el nicho de Jairo había sido destruido.
“Nos llaman como a las diez, diez y media, once de la noche, que vayan a recoger el cuerpo del hijo porque está todo tirado en el suelo”, contó Rosario, entre lágrimas. Al llegar al cementerio, hallaron el ataúd destrozado y el cuerpo de Jairo fuera de su lugar de descanso.
La escena era espeluznante. Los atacantes no solo violaron la tumba, sino que se habrían llevado la camiseta blanquiazul que la familia colocó con amor junto a su hijo. También faltaban otros objetos personales. Según testigos, la prenda fue vista en manos de sujetos que merodean una zona de invasores cerca del sector Alcedo.
El caso ya es investigado por el Depincri de Villa María del Triunfo, que analiza cámaras de seguridad y toma testimonios para dar con los responsables del crimen y de la profanación. Rosario identificó como sospechosos a dos hermanos, Kenji y Huamaní Velásquez, presuntos barristas rivales que habrían amenazado previamente a su hijo.
La familia ahora vive atemorizada. La madre y la esposa de Jairo denunciaron haber recibido amenazas tras la profanación y aseguraron que extraños rondan su vivienda constantemente. Exigen garantías personales y justicia para un joven al que describen como “amoroso, humilde y muy querido”.
Jairo, además de mototaxista, había cumplido dos años de servicio militar y deja una hija de apenas dos meses de nacida. El doble ataque que ha sufrido —en vida y tras su muerte— ha generado indignación en toda la comunidad, que exige acciones firmes de las autoridades para detener la violencia relacionada con las rivalidades deportivas.
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