
Christian Junior Obando Feria, un joven peruano de 33 años, partió del país hace apenas ocho meses, cargando con un sueño y una herida. El sueño era construir un futuro seguro para su madre y su hija. La herida, en cambio, era el miedo constante a las extorsiones que lo obligaron a bajar las rejas de su taller mecánico en Lima.
Su historia se apagó el último sábado 13 de septiembre en Madrid, cuando una fuerte deflagración sacudió un edificio del distrito de Vallecas. Christian estaba en un bar junto a un amigo colombiano cuando el inmueble colapsó parcialmente. El peruano quedó atrapado bajo toneladas de escombros y fue hallado sin vida dos días después.

La explosión dejó un saldo de dos fallecidos y más de 25 heridos. Entre ellos, su amigo, que sobrevivió pero permanece hospitalizado en estado crítico. En medio de la tragedia, resalta un detalle doloroso: aquel día, Christian iba a celebrar su cumpleaños número 34.
HUYÓ DE LAS EXTORSIONES EN LIMA
El origen de esta historia está en Lima, donde Christian había levantado con esfuerzo un taller mecánico. Era su sustento y su orgullo, hasta que empezaron las llamadas, las amenazas y el hostigamiento de extorsionadores que exigían dinero para dejarlo trabajar en paz.
La presión se hizo insoportable. “Cerró su taller porque no podía arriesgar la vida de su familia”, contaron sus seres queridos. Fue entonces cuando tomó la decisión de migrar. No se trataba solo de buscar mejores oportunidades, sino de sobrevivir.
En Madrid se empleó como estibador y, con disciplina, cada mes enviaba dinero para mantener a su madre y a su pequeña hija en Lima. Lo que en Perú se había vuelto imposible —trabajar sin miedo— lo intentaba reconstruir en tierras extranjeras.

Pero el destino fue cruel. El mismo riesgo que quiso esquivar en su país lo alcanzó en Europa, aunque en forma de tragedia inesperada: una explosión que segó su vida cuando apenas empezaba a levantar cabeza.
Hoy, su familia no solo llora la pérdida, sino que clama por apoyo para repatriar su cuerpo. Han entregado la documentación requerida y pidieron la intervención del Ministerio de Relaciones Exteriores. La meta es darle un último adiós en su tierra, la misma que lo obligó a huir para salvarse.
Mientras tanto, las autoridades españolas investigan las causas de la deflagración, mientras la comunidad peruana en Madrid y en Lima se une en solidaridad. Christian es ahora un símbolo del drama de quienes escapan del crimen en busca de seguridad y terminan enfrentando un destino fatal.
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