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La madrugada de este 1 de diciembre volvió a teñirse de miedo en San Martín de Porres. Dos buses de la empresa La Estrella SAC amanecieron completamente calcinados en el cruce de la avenida Bertello con Carlos Izaguirre, luego de que criminales atacaran las unidades como represalia y advertencia contra los conductores. La escena, registrada cerca de las 2:30 a.m., fue el desenlace de una cadena de amenazas, mensajes extorsivos y cobros diarios que los trabajadores ya no podían sostener.
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Horas antes del atentado, un transportista había recibido un mensaje de WhatsApp en el que un delincuente le ordenaba “alinearse” con la organización delictiva y hasta dejaba un número de Yape para que depositara el dinero. No era el primer aviso, pero sí el más directo.
SMP: incendio reduce a cenizas dos unidades de ‘La Estrella’ en aparente ataque extorsivo. Foto: GEC
Los choferes revelaron que desde hace un año vienen pagando entre S/20 y S/30 diarios como “cupo” para evitar ataques. Pero, según indicaron, la misma banda se estaría disfrazando de un tercer grupo criminal para exigir aún más dinero. La situación llegó a tal punto que la madrugada del atentado nadie pudo reaccionar.
ATAQUE EN LA MADRUGADA
“Por el olor del neumático hemos salido a ver qué estaba pasando. Más o menos me di cuenta a las 2 y 20 de la mañana. Asustados, salimos y ya se estaban quemando los vehículos”, relató un vigilante de una cochera cercana. No hubo heridos ni víctimas mortales, pero los buses quedaron totalmente inutilizables.
Vecinos llamaron a los bomberos, cuyas unidades lograron controlar el fuego antes de que se extendiera. Cada vehículo tenía un costo aproximado de US$18.000, lo que deja pérdidas cercanas a US$36.000 para el transportista dueño de ambas unidades.
De acuerdo con los testigos, dos hombres en una motocicleta se acercaron a los buses, rociaron combustible y prendieron fuego. Otros relatos señalan que uno de los sujetos incluso amenazó a los trabajadores exigiendo que “se alineen”, mientras el segundo lanzaba un artefacto explosivo.
Las cámaras de seguridad de la zona habrían captado el momento exacto del ataque, información que ya viene siendo revisada por la Policía.
TRES BANDAS COBRABAN “SEGURIDAD”
Por años, la empresa La Estrella SAC ha operado bajo el asedio de dos bandas de extorsionadores que cobraban S/20 diarios cada una por no atacar buses ni choferes. Pero recientemente apareció una tercera organización que exigía S/20 adicionales, elevando el total a S/60 por unidad.
En algunos casos, esta cifra representaba hasta el 40% de las ganancias diarias de los conductores. Muchos de ellos, según contaron, ya se habían visto obligados a cambiar de ruta o abandonar completamente el rubro.
“Nosotros le dijimos a la empresa, pero nos dijo: ‘¿Qué podemos hacer nosotros? Hay que pagar nomás, porque nos puede pasar lo que a muchos les ha pasado’”, contó uno de los choferes afectados.
Las amenazas eran directas. Un mensaje enviado por los extorsionadores advertía: “¿Qué fue, mano? Por acá te habla la gente de Cantacallao. Tienes que alinearte, porque cuando bajes a Cantacallao, Dominicos, te partimos”.
Dos buses fueron incendiaron en la avenida Pacasmayo en San Martín de Porres. Choferes denuncian extorsión. Fotos: @photo.gec
RUTA PARALIZADA Y TEMOR GENERAL
Tras el atentado, unos 30 buses dejaron de operar este 1 de diciembre. La ruta Callao–Dominicos quedó sin servicio, afectando a cientos de usuarios que dependen del transporte diario.
Los Halcones y personal de la Depincri de San Martín de Porres acudieron a la zona durante la mañana. Mientras tanto, los vehículos quemados permanecen estacionados a la espera de los peritajes.
“Ya no sé qué hacer. Esto ya no es vida”, confesó uno de los conductores que teme volver a trabajar. Varios trabajadores señalaron también que muchos choferes peruanos han abandonado el rubro por miedo a ser asesinados, y que actualmente la mayoría son extranjeros.
Los vecinos piden mayor seguridad y acciones urgentes para enfrentar a estas organizaciones criminales que operan con total impunidad en el Callao y zonas colindantes.
Mientras tanto, la empresa afectada sigue paralizada y sus trabajadores, entre el miedo y la incertidumbre, no encuentran aún una salida clara frente a esta ola de extorsiones que no da tregua.
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