
Tenía apenas 20 años, un futuro lleno de promesas y una sonrisa capaz de iluminar cualquier lugar. Alisson Arribasplata Díaz había llegado a Lima desde Chiclayo con la ilusión de trabajar, estudiar y alcanzar sus metas. Sin embargo, su historia terminó de la manera más cruel: su cuerpo fue hallado sin vida dentro de la habitación que alquilaba en San Juan de Miraflores.
El segmento ‘Crimen y castigo’ del programa ‘Estás en todas’ recordó esta semana este reciente caso aún sin resolver. Las imágenes de las cámaras de seguridad muestran sus últimos momentos con vida. La noche del pasado martes 26 de agosto de este año, se la ve caminando junto a dos hombres, uno alto y otro bajo. Conversan brevemente, desaparecen del cuadro y, media hora después, Alisson reaparece. Ya no puede mantenerse en pie. Se apoya en uno de los sujetos, que la abraza e incluso parece forcejear con ella antes de entrar a su vivienda. Cuarenta minutos después, solo él sale de la casa.

Pasaron las horas y Alisson no respondió más las llamadas de su madre. Desde Chiclayo, la mujer marcaba una y otra vez el teléfono de su hija sin obtener respuesta. Fue entonces cuando los vecinos, preocupados, decidieron ingresar al cuarto. Allí la hallaron sin vida, tendida en el suelo.
UNA VIDA DE ESFUERZO Y SUPERACIÓN
“Cuando la vi tirada, la toqué con mi puño la cara y estaba muerta”, relató entre lágrimas la vecina que encontró el cuerpo. Junto al dueño de la vivienda, dio aviso a la Policía, que recién llegó horas después. La escena era devastadora: una joven que había luchado tanto por vivir, arrebatada por la violencia.
Alisson trabajaba en un reconocido spa de La Encalada, en Surco, donde era valorada por su dedicación y talento. Estudiaba cosmetología y soñaba con viajar a Estados Unidos para trabajar junto a su tía, también estilista. “Ella era independiente, se pagaba sus estudios y estaba muy contenta con todo lo que estaba logrando”, contó una familiar.
Quienes la conocieron la recuerdan risueña, coqueta y llena de energía. Cuidaba cada detalle de su imagen, reflejo de la pasión con la que asumía su profesión. Pero detrás de esa sonrisa había una historia de lucha: desde niña había vencido al cáncer. A los seis años fue operada de un tumor cerebral y los médicos advirtieron que solo podría aspirar a una “mejor calidad de vida”. Ella decidió desafiar ese pronóstico.
Su madre la acompañó en cada control médico y vio cómo su hija se transformaba en un ejemplo de fortaleza. “El cáncer no se la llevó, pero un sujeto que no tiene perdón de Dios terminó arrebatándomela”, dijo entre sollozos. La última vez que viajaron juntas fue a Cusco, sin imaginar que esas fotografías familiares serían las últimas.

LOS ÚLTIMOS MINUTOS Y EL SOSPECHOSO
Las cámaras de seguridad resultaron claves. A las 11:25 de la noche, Alisson es vista conversando con los dos hombres. Sale brevemente de su edificio, habla con ellos y luego regresa. Media hora más tarde vuelve a aparecer, tambaleante, como si hubiera ingerido algo. Su familia cree que pudo haber sido drogada. “Estoy 100% seguro de que le echaron una sustancia en su bebida”, dijo un pariente.
La necropsia confirmó que Alisson murió por asfixia. Sin embargo, sus familiares aseguran que el cuerpo tenía golpes y moretones. “Estaba golpeada, lastimada, se nota que luchó para defenderse”, señalaron. Las pruebas médicas y los rastros en su piel indican que enfrentó a su agresor hasta el último instante.

“Tal vez no puedo describirlo, no puedo explicar la condición en la que la encontré”, expresó su madre, con la voz quebrada. “Nunca pensé venir a recoger a mi hija en un ataúd. Ella tenía muchos sueños, vino para estudiar y progresar, y estos individuos se ganaron su confianza”.
Entre los nombres que la madre mencionó como posibles sospechosos figura el de un sujeto identificado como Paul Ipanaqué, quien, según dijo, “se hacía pasar por policía y la cortejaba”. Sin embargo, el principal acusado es Maycol Quiñones Bravo, sobre quien el Poder Judicial ya emitió una orden de captura.

Quiñones Bravo cuenta con antecedentes por tentativa de feminicidio contra su propia madre y hermanas, pese a lo cual seguía en libertad. Las autoridades presumen que fue la última persona que estuvo con Alisson antes de su muerte.
Hoy, los familiares y amigos de la joven exigen justicia. En Chiclayo, en Lima y en las redes sociales, su rostro se multiplica en carteles y mensajes de indignación. Alisson venció al cáncer siendo una niña, pero no pudo sobrevivir al monstruo de la violencia. Su madre, con el corazón roto, lo resume con dolor: “Le cortaron las alas. Me la mataron. Solo quiero justicia para mi hija”.











