Isabel Santanilla, esposa y viuda del suboficial Pedro Giancarlo Anchante Zevallos, quien fuera asesinado por un detenido dentro de la comisaría de Orrantia, se mostró muy afectada por la sorpresiva muerte de su pareja, quien deja a un niño de tres años en orfandad.
En testimonio al noticiero 90 segundos de Latina, Santanilla resaltó los valores de su esposo y lo entregado que era para su trabajo, por lo que tuvo que dejar a su familia para venir a Lima a trabajar.
“Ojalá que el Estado te dé para valorar porque mira estamos lejos tu hijo y yo, le decía tu hijo te quiere decir papá (...) Era una persona muy entregada a su trabajo”, contó la viuda.
Con lágrimas en los ojos sostuvo que lo más doloroso para ella fue contarle a su hijito que su papá había muerto, pero él le dio una respuesta que le rompió el corazón. “no estás muerto, estás vivo papá. Mi papá está vivo”, dijo el pequeño.
En la comisaría de Orrantia del Mar, en San Isidro, un profesor de artes marciales libres que estaba detenido, y al parecer padece una enfermedad mental, despojó de su revólver a un policía y lo mató de dos balazos.
A las 10:30 de la noche, un sujeto vestido con saco y fuera de sí intentó agredir a dos personas en la cuadra 5 de la calle Baltazar La Torre.
Serenos y policías acudieron y el sujeto, tras forzar los cerrojos, ingresó a la casa ubicada en Baltazar La Torre 680, propiedad del ingeniero Miguel Amat y León. Con autorización del dueño, tres policías entraron y vieron al hombre en la cocina, quien se negaba a identificarse.
No quiso salir, pero fue llevado a la delegación. A la medianoche llegó a la Sección de Delitos de la comisaría de Orrantia del Mar y fue identificado como Álvaro del Río Correa (43). Dijo ser profesor.
Luego de tres horas de diligencias policiales, a las 3:30 de la madrugada, el suboficial PNP Pedro Anchante Zevallos llevó a la celda al detenido, de 1,80 metros de alto.
El general PNP Jorge Cayas afirmó que Álvaro del Río estaba con esposas y custodiado por tres efectivos.
Cuando le retiraron los grilletes, agredió al suboficial Pedro Anchante, le quitó el revólver y le disparó dos veces en el pecho y cuello.
Colegas de la víctima lo llevaron a una clínica, donde llegó cadáver. Otro grupo de policías rodeó a Álvaro, quien arrojó el arma al suelo.
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