Los 250 jinetes e igual número de caballos de la Unidad Histórica de la Policía Montada ‘Potao’ terminaban un curso de entrenamiento para iniciar el servicio de patrullaje en las zonas rurales de Lima cuando se enteraron que el comedor popular ‘Luz de Esperanza’, en el asentamiento humano Nueva Era, en Ancón, había sido blanco de la delincuencia: se llevaron su cocina, sus ollas, utensilios y víveres. Esto conmovió al personal policial que buscó la forma de ayudar a las ollas comunes -que por este tiempo se organizan para hacerle frente a la pandemia al no contar con recursos económicos- sin dejar de cumplir con sus funciones, señaló el general Jorge Luis Angulo Tejada, jefe de la Región Policial Lima.
Como se recuerda, la referida unidad durante muchos años participó en protestas violentas en la que los equinos cumplían una labor de resistencia frente a los manifestantes para recuperar el orden público pero también se veían afectados con la exposición de los gases de las bombas lacrimógenas, los impactos de piedra u otros objetos punzocortantes.
En octubre de 2012, durante la violencia en el centro de abastos de La Victoria, la yegua La Mar fue apedreada y golpeada salvajemente junto al policía que la cabalgaba. Esto le provocó una fractura en la pata que difícilmente iba a poder ser tratada y la sacrificaron. Esto llevó a que Instituto Peruano de Asesoría legal del Medio Ambiente y Biodiversidad (Ipalema) demandara en el 2018 al Ministerio del Interior (Mininter) cuestionando el artículo 229°, numeral 6, del Decreto Supremo N°026-2017-IN, Ley de la PNP.
El año pasado, la Primera Sala Constitucional de la Corte Superior de Justicia de Lima resolvió que caballos de la Policía Nacional del Perú (PNP) en protestas vulnera la Ley de Protección Animal por lo tanto se prohibía el uso de caballos de la PNP para controlar la muchedumbre y eventos que pongan en riesgo su integridad física.
CABALLOS ENTRENADOS
Tras la resolución judicial, la unidad de caballería se reinventó para que contribuya en la lucha contra la inseguridad ciudadana por lo que tanto los equinos y sus jinetes llevaron un curso de varios meses, un entrenamiento riguroso para amoldar al caballo a la parte de control, de ronda a la ciudad.
“Es política del comando institucional poner a disposición todas la capacidades operativas que tiene la institución, en este caso volver a retomar el patrullaje ciudadano a través de la utilización de la caballería o la Policía Montada. Para ello han recibido, una capacitación, un entrenamiento para poder ejecutar actividades de patrullaje a caballo en zonas y contribuir al tema de seguridad ciudadana”, señaló el general Ángulo.
“Tenemos que adaptarlos a las circunstancias nuevas. Son caballos que toleran todo tipo de sonidos, ellos no se asustan. Pueden enfrentar cualquier obstáculo, de tal manera que reaccionan de forma natural frente a las circunstancias. Es un trabajo de equipo jinete-equino”, explicó.
PATRULLAJE Y AYUDA A OLLAS COMUNES
Frente al escenario del COVID-19, la referida unidad vio conveniente que los caballos pueden realizar trabajos de seguridad ciudadana en las zonas rurales donde prácticamente no puede ingresar un vehículo motorizado, ni una bicicleta, pero que también se producen hechos criminales. Por ello se decidió llevar la presencia de la autoridad mediante esta unidad.
Conscientes de la realidad de las familias de las zonas rurales, ubicadas en los altos de los cerros, en una geografía agreste, y ante la noticia del robo de un comedor popular en Ancón, los agentes, sensibilizados por caso frente a la pandemia, tuvieron la idea de llevar una ayuda a estas personas. Así, colectaron víveres obsequiados por el mismo personal y también recibieron donaciones de allegados a la Unidad Histórica de la Policía Montada ‘Potao’ y de esta forma llegaron el 19 de febrero al asentamiento humano Vista Alegre, en la zona de Amancaes, en el Rímac, donde entregaron los productos a la olla común que a diario cocina para 42 familias equivalente a 95 raciones diarias.
Ellos anunciaron su llegada montados en caballos tocando sus instrumentos musicales. Los víveres fueron llevados en el lomo de los equinos. Los pobladores de ese lugar tienen que caminar más de una hora, bajo el intenso sol, para llegar al mercado más cercano y así también para recoger agua. Los carros no llegan hasta esa zona por lo que tienen que cargar entre varios los pesados bultos y tinas con agua.
Ese día, los jinetes ofrecieron una acción cívica a los pobladores, entre ellos un show para los niños. Tras permanecer gran parte del día cumpliendo por su servicio emprendieron en descenso para retornar al Potao. Ellos se retiraron muy agradecidos en medio de aplausos por las familias.
Tras conocerse esta ayuda que brindaron en esa parte de la ciudad, unos empresarios, amantes de los caballos, se acercaron a la Unidad Histórica de la Policía Montada, para ayudar a una nueva olla común y donaron una cocina industrial con balón de gas, dos ollas grandes y víveres. El personal policial rápidamente tuvo que elegir a qué grupo ayudar y decidieron llevar estos donativos a 19 ollas común, en la asociación Cruz de Mayo, valle de Carapongo, en Lurigancho-Chosica. Esta acción fue presidida por el comandante Giuliano Arguedas, jefe de la referida unidad.
Ayer sábado, la Policía Montada, con apoyo de 10 jinetes e igual número de caballos, prestaron apoyo a la División Policial Sur 2, que llevó ayuda, también consistente en víveres, a la olla común ‘Madres más unidad de nunca’, en el asentamiento humano Los Ángeles, en San Juan de Miraflores.
EQUINOTERAPIA
Sin embargo, la labor de la caballería policial no solo se queda en el patrullaje en la lucha contra la seguridad ciudadana o de exhibición, sino que también cumple un importante aporte en la salud, especialmente en niños, como es la equinoterapia.
Cerca de 30 menores, entre ellos autistas y otros con habilidades especiales, hasta antes de la pandemia, recibían terapia con los caballos en esta unidad policial de forma gratuita. Por el momento ha quedado suspendido por el COVID-19.
“El caballo posee características musculares únicas, que se valoran por la agilidad, la armonía y la fuerza. El caballo al paso, transmite vibraciones al cuerpo del jinete y en consecuencia a su cerebro, fomentando las conexiones nerviosas del mismo. Estas vibraciones, estos movimientos del caballo estimulan la musculatura, huesos y articulaciones en los niños que reciben la equinoterapia”, sostuvo el general Angulo Tejada.