El regreso de Ricardo Quintana Chávez al Perú estuvo marcado por un emotivo reencuentro con su madre, después de haber sido deportado de Estados Unidos.
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El periodista pasó cincuenta días privado de su libertad en siete cárceles distintas, incluido Alligator Alcatraz, considerado uno de los penales más estrictos de Florida.
Ricardo Quintana había llegado a Estados Unidos en 2021 tras recibir amenazas en Perú por sus investigaciones periodísticas. El asilo político le fue concedido con un permiso de trabajo válido hasta 2030.
En Miami pudo retomar su carrera en medios de comunicación y proyectos audiovisuales. Sin embargo, complementaba sus ingresos con la preparación de cebiche, actividad que terminó desencadenando su arresto.
Lo que inició como una jornada cotidiana en Miami terminó transformándose en la experiencia más dura de su vida.
El arresto Ricardo Quintana en Miami
Su captura se produjo mientras vendía cebiche de manera informal en South Beach. Aunque contaba con asilo político vigente y un permiso de trabajo hasta 2030, fue tratado como un delincuente común.
El operativo estuvo a cargo de un oficial encubierto que lo abordó al momento de ofrecer los platos. Tras ser detenido, lo esposaron de pies y manos, lo encadenaron al abdomen y lo trasladaron junto a otros arrestados.
Pese a firmar una fianza, el documento contenía una aceptación implícita de delito que complicó su situación legal. Su primera parada fue la cárcel de Miramar, aunque pronto fue llevado a distintos centros penitenciarios.
Las prisiones en las que estuvo recluido Ricardo Quintana
Entre los penales a los que fue conducido estuvo Alligator Alcatraz, rodeado de pantanos con cocodrilos y catalogado como de máxima seguridad. Allí, Quintana convivió con más de treinta internos en jaulas metálicas.
Durante su paso por las cárceles, describió condiciones que calificó como inhumanas: frío extremo por el aire acondicionado, alimentos insuficientes, hacinamiento y presencia de plagas. El periodista aseguró que en cincuenta días apenas logró dormir unas horas por noche.
El ambiente de encierro y las protestas constantes de los internos llevaron finalmente a que firmara una deportación voluntaria, a pesar de mantener vigente su estatus migratorio.
Ricardo Quintana fue deportado tras vivir pesadilla en EE. UU.
Tras pasar por siete cárceles, Quintana fue trasladado encadenado a un centro de procesamiento en Port Isabel y luego deportado a Lima. Su llegada al país estuvo marcada por el alivio de su familia, que lo recibió entre lágrimas.
Hoy, de vuelta en Perú, planea escribir un libro con sus memorias y relatar su experiencia como una denuncia sobre lo que considera un sistema que criminaliza a los migrantes por faltas menores.
Aunque no podrá regresar a Estados Unidos durante un año, asegura que su intención es retomar su vida y seguir trabajando en proyectos periodísticos.
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