SANGRE Y ADRENALINA. La Costa Verde, un escape de los limeños para pasar tiempo frente al mar ya sea en verano o en invierno, se ha transformado en un campo de batalla nocturno donde rugen motores a toda velocidad y que ya ha causado varios accidentes con resultados trágicos.
Los piques ilegales, competiciones de alta velocidad que imitan las escenas de películas como ‘Rápidos y Furiosos’, se han convertido en un peligroso pasatiempo que desafía las leyes y pone en riesgo la vida de los involucrados y de terceros.
Hace una semana, la volcadura de una camioneta en la Costa Verde dejó n muerto y dos heridos, a la altura del distrito de Magdalena durante la madrugada. Según información policial, el auto fue impactado por otro vehículo que realizaba piques ilegales en la vía.
Estas carreras clandestinas se llevan a cabo los jueves y viernes en la madrugada, atrayendo vehículos de alta gama que alcanzan velocidades superiores a los 300 kilómetros por hora.
Los puntos de inicio van desde San Isidro hasta la Costa Verde, pasando por Magdalena y Miraflores. A pesar de los esfuerzos de la policía y los serenos, estos eventos ilegales siguen ocurriendo, desbordando la capacidad de las autoridades para intervenir.
PLACAS FANTASMAS
Según revela un informe de América noticias, los conductores no solo se enfrentan a la ley mediante la velocidad, sino también utilizando placas de vehículos falsificadas, conocidas como ‘placas fantasmas’.
Estas placas permiten a los participantes evadir las multas y sanciones, aumentando así la dificultad para las autoridades de frenar este fenómeno.
De acuerdo con la Policía Nacional, desde 2018 hasta enero de 2024, se han registrado cerca de 280 eventos de piques ilegales, pero solo se han impuesto cinco multas por esta infracción.
El coronel de la Policía Nacional, Carlos Alcántara, explica que las placas deben cumplir con ciertas normativas, incluyendo la numeración alfanumérica y la presencia de códigos específicos que las identifiquen como auténticas.
La penalidad por usar placas falsas puede llevar a una condena de dos a cuatro años de prisión, además de multas y la inhabilitación del brevete del conductor.
A pesar de las sanciones, la impunidad parece ser la norma. Entre los participantes se encuentran vehículos altamente modificados y conductores agresivos que buscan llevar sus máquinas al límite, sin importar los riesgos.
Los eventos en la Costa Verde no solo violan las normas de tránsito, sino que también generan ruido excesivo, afectando la vida de los residentes locales.
Mientras las autoridades no logren imponer una mano firme y erradicar las placas falsas, este fenómeno seguirá siendo un problema persistente, manteniendo a la Costa Verde como una tierra de nadie y un campo de juego mortal.