Una sangrienta guerra entre dos bandas que se disputan el control del cobro de cupos en las obras de construcción civil tuvo como punto más álgido el salvaje asesinato hace dos semanas de Israel San Román Doroteo, alias ‘La Tota’, y su familia, incluidos dos de sus hijos menores. Este tipo de crímenes de sicariato, relaciones con este tipo de negocio, se ha incrementado notoriamente en los últimos años, debido al jugoso botín que se disputan.
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De acuerdo con la segunda edición del estudio “Las economías criminales y su impacto en el Perú” (2022), realizado por el exviceministro del Interior Ricardo Valdés, el exministro del Interior Carlos Basombrío y el sociólogo Dante Vera, para la organización CHS Alternativo, estas organizaciones criminales, que se dedican a la extorsión, podrían recaudar anualmente hasta 1961 millones de soles, amenazando a pequeñas y medianas actividades económicas.
Según indicó el propio Basombrío a El Comercio, “la extorsión, la misma que implica cobrar por ‘protección’ y ‘acceso al trabajo’ en determinados ámbitos, se ha convertido actualmente en el principal delito de crimen organizado en el Perú en términos de masividad”.
“La dificultad del Estado para frenarla es notoria, la impresión que tengo es que esto va en alza rápidamente”, añadió.
Además, el extitular del Interior comentó que la cifra de ganancia ilícita corresponde a centenares de organizaciones criminales, entre las que se encuentra la del buscado David Francisco Durán Larrea, alias ‘Loco Franco’, sindicado como el autor intelectual del asesinato de ‘La Tota’ y su familia por el control de los cobros de cupos en las zonas de Magdalena, Breña y el Cercado de Lima.
La extorsión se presenta mayoritariamente en los cobros de cupos a obras de construcción civil, en las que también se exigen cuotas de contratación de trabajadores, pero también se realiza contra bodegueros, comerciantes, transportistas, restaurantes y cualquier otro tipo de negocios y emprendedores.
El exjefe de la región policial Callao y Nororiente, Cluber Aliaga Lodtmann, relató al diario ?El Comercio’ que las bandas de extorsión a obras de construcción civil se iniciaron en el puerto chalaco y luego se extendieron a lo largo de todo el territorio peruano, principalmente en las grandes ciudades costeras como Trujillo, Arequipa, Chiclayo, Piura, Tumbes, Ica, entre otras.
“Perú era un país donde había mucho robo, pero pocos muertos. Actualmente estamos viendo que los códigos del hampa, que respetaban la vida de terceros, han cambiado. Los delincuentes peruanos no eran afines a matar a diestra y siniestra, ahora podemos ver que están copiando códigos de otros países más violentos como el caso de Venezuela y esto se refleja en la influencia de sus bandas delictivas en el territorio nacional”, detalló.
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En Lima, entre setiembre de 2022 y enero de 2023, el distrito con más casos de sicariato ha sido San Juan de Lurigancho, con 32, seguido por el Callao (21), San Martín de Porres (16), San Juan de Miraflores (12) y Ate (11).
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