
La semana pasada, un megaoperativo policial desarticuló en Lima Norte a la organización criminal conocida como Los Desa II, vinculada al Tren de Aragua. La red, que durante meses sembró el terror entre transportistas con cobros diarios y asesinatos, había montado una estructura financiera que movió más de 17 millones de soles hacia el extranjero. La Dirincri y el Suat detuvieron a 27 integrantes, entre ellos a sus principales cabecillas.
De acuerdo con la Fiscalía y un reportaje de Cuarto Poder, la banda funcionaba como una empresa criminal. Los pagos de cupos iban desde 2 hasta 700 soles diarios, dependiendo del negocio. Quien incumplía, era atacado con balaceras o granadas. Nueve conductores fueron asesinados como advertencia, crímenes que quedaron registrados en audios y videos usados hoy como prueba.

Pero el verdadero poder de Los Desa II estaba en su aparato financiero. Más de 50 personas prestaban sus cuentas bancarias para recibir el dinero ilícito, mientras al menos diez empresas de fachada eran usadas como lavadoras. De esa manera, el dinero extorsivo era blanqueado antes de ser enviado al extranjero mediante casas de cambio, remesas y criptomonedas.
EL OPERADOR CLAVE DEL LAVADO
Uno de los principales responsables del manejo económico fue el venezolano Armando José Córdova Zarzalejo, quien junto a su esposa peruana Sara Ruth Paredes Oyola creó compañías ficticias que, en cuestión de meses, pasaron de manejar 50 mil soles a más de un millón y medio mensuales. Con ese esquema, lograron enviar más de 17 millones de soles a ciudades fronterizas de Colombia como Bucaramanga, Cúcuta y Los Patios, puntos estratégicos usados por la red del Tren de Aragua.
El rostro visible en Perú era Jhorman Barrios Martínez, coordinador de Los Desa II. En redes sociales mostraba una vida de lujos con autos, joyas y fiestas, mientras sus sicarios ejecutaban atentados. Fue capturado durante el operativo, junto con miembros de la organización que confesaron su participación en asesinatos de choferes y ataques con explosivos.
Según la fiscal Nelly Millones, las amenazas eran parte del mecanismo criminal: “El no pago implicaba más amenazas, más multas. Robaban el celular, mandaban el video de la muerte y luego obligaban a pagar más”. Bajo esa dinámica, los transportistas de Lima Norte fueron sometidos a un régimen de terror.

UNA FORTUNA SANGRIENTA
Los audios obtenidos por la Policía revelan cómo funcionaba la red: las placas de los buses debían enviarse todos los días, los pagos eran estrictos y las sanciones por retraso incluían violencia. En algunos casos, los cobradores eran atacados en plena ruta para reforzar la amenaza contra el resto de transportistas.
El control de las pistas de San Martín de Porres, Independencia y Comas convirtió a la organización en un poder paralelo. El cabecilla Yorman —como lo llamaban sus cómplices— amasó una fortuna superior a los 20 millones de soles, dinero que sostenía fiestas ostentosas en Cerro Candela, su centro de operaciones.
Para la fiscal superior Fany Quispe, lo más importante ha sido golpear el aparato económico del Tren de Aragua en Perú. “Estas empresas viven del dinero que honradamente producen cientos de ciudadanos”, señaló.
Las autoridades confirmaron que el operativo contra Los Desa II es solo el inicio. Otras empresas fachada y nuevos integrantes ya han sido identificados. La meta es destruir el sistema financiero que alimentaba a una de las facciones más violentas y organizadas del crimen transnacional en el país.
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