Caso Andreina Farías: Poder Judicial impone 9 meses de prisión preventiva
Caso Andreina Farías: Poder Judicial impone 9 meses de prisión preventiva

La mañana del pasado 14 de mayo empezó como un trámite sencillo para Andreina Farías Torres. La joven venezolana de 31 años había solicitado que trasladaran su servicio de internet al tercer piso del inmueble donde vivía en San Bartolo. Dos técnicos de PC Telecom —Jean Carlos Montero Huaylinos y Rubén Darío Cueva Velásquez— llegaron con chalecos de la empresa contratista para concretar el trabajo. Nada hacía presagiar que ese encuentro terminaría en tragedia.

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La instalación avanzó sin contratiempos. Andreina, agradecida por el apoyo extra al colocar un rack de televisión, los invitó a almorzar. Con el correr de las horas, los tres salieron a la playa y bebieron licor; luego regresaron a su vivienda, donde continuaron tomando. Una amiga de la joven llegó por la noche, pero se retiró al ver el ambiente: los tres estaban ebrios. Minutos después, Andreina quedó sola con los técnicos.

Andreina Farías llegó al Perú hace ocho años y trabajaba en un restaurante de San Bartolo.
Andreina Farías llegó al Perú hace ocho años y trabajaba en un restaurante de San Bartolo.

Las siguientes escenas son un rompecabezas armado por declaraciones contradictorias. Lo que sí está claro es que la joven salió alterada, descalza y gritando que iba a denunciarlos. A esa hora ya no llevaba la ropa que tenía al inicio del día. Imágenes de seguridad muestran cómo intenta detener la miniván en la que los hombres se marchaban. En las imágenes de las cámaras de seguridad se ve a Andreina enojada y dice ‘Mátenme pues’.

Andreina se aferró a la parte delantera del vehículo. La arrastraron por varias calles hasta que cayó y fue atropellada. Murió por múltiples traumatismos, según la necropsia. Los exámenes toxicológicos y de posible agresión sexual aún están en análisis.

VERSIONES CRUZADAS

Tras el crimen, ambos trabajadores fueron detenidos luego de unos días en los que estuvieron no habidos. Cada uno dio una explicación distinta. Rubén Darío Cueva sostuvo que estaba en el asiento posterior cuando Andreina se acercó al carro exaltada. Dijo que su compañero “prendió el carro” y que la víctima se trepó al parabrisas. Aseguró que le advirtió a Montero que no avanzara, pero que este aceleró para evitar que el vehículo —recién comprado, según dijo— terminara en la comisaría.

“Él (su compañero) prende el carro y me voy atrás, donde siempre voy. Es ahí donde la chica se trepa al carro y golpea el parabrisas. Él, para no hacerle daño, retrocede pensando que se va a soltar, pero la chica no se soltaba del carro y él se va para adelante con toda la fuerza del carro. Yo le dije que no lo haga, pero él no quería que el carro se vaya a la comisaría, que recién lo habían comprado”, dijo a la Policía.

Cueva también afirmó que su colega le confesó haber violado a la joven, aunque luego habría cambiado su versión y le dijo que fue “consentido”. Sobre lo ocurrido en la habitación, Cueva ofreció dos relatos diferentes: primero dijo que participó en un encuentro sexual; después sostuvo que solo entró al cuarto cuando ella ya estaba semidesnuda y lo rechazó. La Policía, ante ese vaivén, tomó muestras de ADN para comparar con restos hallados en el short de la víctima.

“Yo le pregunté por qué tiene esa actitud y él primero me dijo ‘la he violado’ y ahí entiendo la reacción de la chica. Yo le pregunto otra vez y ahí me cambió la versión diciendo que fue su consentimiento”, dijo.

Jean Carlos Montero, por su parte, aseguró que la intimidad con Andreina fue consensuada. Contó que ella lo besó y lo jaló para que se quedara. Afirmó que se molestó cuando él le dijo que debía irse. También señaló que fue Cueva quien quiso “abusar” de la mujer, y que la discusión entre ambos empezó cuando la víctima los encaró.

“Nosotros fuimos a instalar internet (...) instalamos un rack. La venezolana nos invitó almuerzo. Trajo pollo a la brasa. Un cuarto para él y otro para mí (...)”, indicó Montero.

“Los dos no. Yo no más tuve relaciones sexuales con Andreina Farías. Cuando subo al tercer piso ya para irme, él dice ‘Mano, me toca’. ‘¿Qué te toca?’, le dije. ‘Si la flaca no quiere contigo’, le dije yo”, agregó.

Ambos coincidieron solo en un punto: que Andreina salió detrás de ellos para reclamar. El resto se mantiene como un choque de palabras.

LA HUIDA, EL ATROPELLO Y LA CAPTURA

En otro tramo de su testimonio, Montero relató que empujó a Cueva para que bajara del carro y retirara a la mujer. Dijo que su compañero la empujó “fuertemente”, y que luego él mismo aceleró la miniván. Admitió que pasó un rompemuelles y que, al llegar a una esquina, Andreina cayó y la “pisó”.

Tras el atropello, la unidad tomó la Panamericana Sur rumbo al norte. Cueva afirmó que se bajó a la altura del Jockey Plaza, en shock. Ambos desaparecieron por unas horas. Montero fue capturado días después en los exteriores de la Dirincri, donde, según la Policía, rondaba para saber cómo avanzaba el caso.

Los dos están hoy con nueve meses de prisión preventiva mientras la Fiscalía investiga el feminicidio. La Policía sostiene que el móvil habría sido silenciar a la joven ante la posibilidad de una denuncia por violación sexual.

Un dato añadido por la investigación reveló que la miniván no pertenecía al dueño registrado: según el acta notarial, Montero la habría comprado dos días antes por S/ 5300.

EL PERFIL DE CUEVA Y EL CAMINO A LA JUSTICIA

Peritajes psicológicos a Rubén Cueva mostraron que tiene “visión desvalorizada de la mujer” y actitudes impulsivas. No presenta deterioro cognitivo ni alteraciones que le impidan comprender la realidad. Él insiste en que no violó ni atropelló a Andreina y que se entregó “para colaborar”.

Su historial registra episodios de violencia: fue cambiado de zona tras cortar arbitrariamente el servicio de un cliente y tuvo una denuncia por agresión a su madre.

Jean Carlos Montero Huaylinos da su declaración tras el asesinato de Andreina Farías.
Jean Carlos Montero Huaylinos da su declaración tras el asesinato de Andreina Farías.

El cuerpo de Andreina Farías fue enterrado en Punta Negra, tras una larga gestión para retirar el cadáver debido a que no tenía familiares en el Perú. Su familia buscaba cremarla y llevarla de regreso a Venezuela, pero la Fiscalía detuvo el proceso ante la posibilidad de exhumación para ampliar pericias.

Desde Venezuela, su madre, Alina Torres, rompió en llanto al recibir la noticia. Andreina había migrado hace siete u ocho años para mantener a sus cinco hijos y soñaba con regresar a casa en septiembre.

Las investigaciones continúan. Lo único indiscutible es que aquella noche, en San Bartolo, una mujer pidió ayuda y terminó bajo las llantas de un vehículo conducido por los mismos hombres con los que había pasado el día. Su familia exige justicia. Y el país, respuestas.

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