Krystal Kamila Eneque Mendoza tenía 27 años y una vida por delante. Trabajaba en una cadena hotelera, soñaba con seguir creciendo profesionalmente y era madre de una niña. Sin embargo, todo acabó de forma trágica en un hostal de La Perla, Callao, donde fue asesinada por su expareja, el suboficial de la Marina de Guerra del Perú Aarón Humberto Zavaleta Vernazza.
El crimen, ocurrido el último viernes, ha estremecido al país no solo por la brutalidad del ataque, sino también por las impactantes imágenes del operativo policial que terminó con la captura del agresor, quien horas antes ya había sido denunciado por violencia física y psicológica.
La joven había acudido a una comisaría del Callao para denunciar las agresiones. En su testimonio, advirtió que su expareja la acosaba, la amenazaba con su arma de fuego y la vigilaba constantemente. Pero la denuncia no generó una reacción inmediata ni medidas de protección. Al día siguiente, la tragedia se consumó.
Tras el asesinato, Aarón Zavaleta huyó del hostal y se refugió en una vivienda cercana, donde permaneció armado y en estado de crisis. Desde ese lugar llamó a su familia y les confesó que había matado a Krystal. “Solo tengo dos opciones: entregarme o matarme”, se le escucha decir en las grabaciones obtenidas por la Policía.
Agentes del SUAT y un equipo de negociadores cercaron la zona y rodearon el inmueble desde el cual el marino observaba los movimientos policiales. La tensión era total: desde un cuarto piso, el suboficial apuntaba hacia la puerta, repitiendo que había arruinado su vida.
“Yo tengo un arma y el único disparo que va a sonar es el mío. No hay solución a lo que he hecho”, decía entre sollozos, mientras los efectivos intentaban ganar tiempo para persuadirlo. Uno de los policías le respondió con serenidad: “Si Dios me ha traído, es por algo. Todo tiene solución en esta vida, hermano”.
El diálogo, que se extendió durante varios minutos, fue clave. El negociador le pidió abrir la puerta y entregarse voluntariamente. “Solo voy a entrar con tu tío. No hagas eso. Vamos a dialogar, conóceme, regálame un minuto”, le insistió el agente, tratando de contener una posible tragedia mayor.
La negociación se tornó crítica cuando Zavaleta dejó de responder. Los agentes temieron lo peor. Con la orden de ingreso confirmada, un grupo táctico de la SUAT (Subunidad de Acciones Tácticas) rompió la puerta de la habitación donde el marino se había atrincherado-
El marino había ingerido pastillas en un aparente intento de suicidio. Fue inmovilizado y trasladado de inmediato a un hospital bajo custodia policial. El impactante operativo fue grabado por los propios agentes y difundido por América.
Las imágenes del momento muestran a los efectivos ingresando fuertemente armados, rompiendo la puerta para finalmente rodear al feminicida, un exefectivo de la Marina altamente entrenado. Fue trasladado de emergencia a un hospital del Callao, donde quedó bajo vigilancia policial.
Horas antes del crimen, Krystal había buscado ayuda. Su madre, Tania Mendoza, contó entre lágrimas que la joven estaba decidida a terminar definitivamente con su agresor. “Yo le dije que se alejara, él la tenía cansada, la amenazaba con su arma”, relató.
La Marina de Guerra confirmó que Zavaleta pertenecía a la unidad de seguridad de altas autoridades y que había recibido entrenamiento especializado. En un comunicado, informó que colaborará con las investigaciones del Ministerio Público y brindará apoyo psicológico a los familiares de la víctima.
El feminicidio de Krystal Kamila Eneque Mendoza vuelve a exponer las fallas del sistema de protección frente a la violencia de género, donde una denuncia ignorada puede transformarse en una tragedia irreversible. Hoy, su nombre se suma a la lista de mujeres que advirtieron el peligro, pero no fueron escuchadas.
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