
Tenía solo 17 años. Era alegre, extrovertida, amante de los selfies y de los videos para TikTok. En casa la recuerdan risueña, con planes sencillos y un sueño claro: ser policía y servir a la patria. Heraid Diana Quintanilla Jayo era la segunda de seis hermanas, había terminado recién el colegio y trabajaba junto a una de ellas para ayudar en el hogar. El 13 de abril de 2023 estaba por cumplir 18 años.
En su vida apareció un joven dos años mayor. Al inicio creyó haber encontrado al amor de su vida. Con el paso de los meses, esa relación se volvió tóxica: celos, agresiones físicas y psicológicas, amenazas y una dependencia emocional que la mantuvo atada a un vínculo que la dañaba. Se peleaban y regresaban, una y otra vez.

Su familia empezó a notar los cambios. Diana hablaba poco en casa, pero confiaba en sus amigas. Llegó a contar que él no la dejaba salir, que la empujaba por las escaleras, que la golpeaba. A veces volvía al trabajo con el rostro amoratado. El control y la violencia ya estaban ahí. Este es el caso que esta semana recordó el programa Estás en todas, en su sección crimen y castigo.
AMENAZAS QUE ANUNCIABAN EL FINAL
La relación cumplía un año cuando Diana descubrió que él la engañaba con otra mujer, incluso con un bebé recién nacido. Decidió alejarse. Poco después, supo que estaba embarazada. Entonces le escribió para mostrarle la ecografía y decirle que solo quería despedirse.
Antes, ya había señales de peligro. Tras una discusión, él le envió un video en el que se le veía sujetando un arma de fuego. El registro era del 8 de marzo. Ese mismo día, luego de saber que ella había salido con amigos, le mandó un audio en el que se escucha cómo rastrilla un arma y amenaza con dispararle en la cabeza. La advertencia estaba hecha.
Diana viajó desde San Clemente, en Pisco, hasta Ica. El encuentro fue en una vivienda de la urbanización San Ildefonso, en La Tinguiña. El inmueble había sido alquilado por Jefferson Fajardo Jurado, amigo del agresor, quien —según se conoció— le habría prestado el arma. Ese día, Noe Chuquispuma Huanca estaba con dos amigos, bebiendo licor.
EL DISPARO Y LA DESAPARICIÓN
Diana llegó y discutieron. En medio del forcejeo, él le disparó en la cabeza. El disparo fue mortal. Luego huyó. La adolescente no volvió a casa.
La familia, desesperada, denunció su desaparición. La buscaron en hospitales, en los lugares que frecuentaba, recorrieron San Clemente, difundieron sus fotos en redes sociales y realizaron marchas para exigir ayuda. Llamaron al joven una y otra vez. Él negó saber de su paradero.
Una de sus hermanas logró acceder a las redes sociales de Diana. Allí encontró las conversaciones con el agresor hasta el 9 de marzo, día en que ella viajó a Ica. Con esas pruebas, el área de Investigación Criminal de Pisco solicitó la detención preliminar de Noe Chuquispuma Huanca.
El joven fue ubicado cuando huía hacia Lima. Viajaba en un bus y fue intervenido en Pucusana. Estaba acompañado de otra menor de edad. Tras los interrogatorios, confesó el crimen. La policía realizó la reconstrucción de los hechos en la vivienda de Ica. Contó, detalle a detalle, lo ocurrido aquel 9 de marzo.
Los agentes inspeccionaron la escena y hallaron manchas de sangre en una de las habitaciones. Desde entonces, la policía y la familia buscan el cuerpo por distintos puntos, incluso en el río. Según la declaración del propio agresor, sus amigos habrían arrojado el cadáver.

LA ESPERA MÁS DOLOROSA
La familia vive en una angustia constante. No piden venganza. Piden saber dónde está Diana para darle sepultura, para cerrar el duelo que hoy permanece abierto.
El Ministerio Público dictó en ese momento nueve meses de prisión preventiva contra Noe Mario Chuquispuma Huanca por el presunto delito de feminicidio. Su amigo Jefferson Fajardo Jurado fue intervenido en flagrancia por tenencia de material explosivo con presuntos fines de extorsión y tráfico ilícito de drogas, quedando también implicado en el caso.
Los familiares realizaron varios plantones frente al Ministerio Público de Pisco. La exigencia era una sola: que el acusado diga dónde dejó el cuerpo de la adolescente embarazada a la que decía amar.
Mientras el proceso avanza, Diana sigue desaparecida. Y su familia, rota por el dolor, espera una confesión que les permita encontrarla y darle, al fin, una despedida digna.










