La mañana empezó con un operativo quirúrgico en una de las avenidas más transitadas de Lima. En medio del tráfico de Javier Prado, agentes de la División Policial Sur Uno detuvieron a dos hermanos señalados como los responsables de extorsionar a colectiveros que operaban entre San Isidro y Magdalena. Los policías los cercaron en el cruce con la Vía Expresa, donde minutos antes habían vuelto a exigir el pago ilegal de siempre.
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Los intervenidos fueron identificados como Hernán y Jesús González Salas, dos sujetos que, según las investigaciones, llevaban semanas cobrando cinco soles por salida a los colectiveros informales que circulan por ese tramo. La tarifa aumentaba los fines de semana: cien soles semanales bajo amenaza de arma de fuego y hasta con una granada de guerra tipo piña.
La PNO usó el plan cerco para capturarlos. Foto: GEC
De acuerdo con la Policía, los hermanos se camuflaban como “jaladores” o “llenadores” para acercarse a los conductores sin levantar sospechas. La rutina les permitía vigilar la zona, identificar horarios y ubicar a los choferes que trabajaban todos los días. Así consolidaron un control territorial disfrazado de ayuda.
Tras la captura, los policías incautaron un revólver Smith & Wesson abastecido, una granada de guerra, dinero en efectivo, varios celulares y una motocicleta lineal con la que se desplazaban entre los paraderos más transitados. La Unidad de Desactivación de Explosivos (UDEX) llegó inmediatamente para asegurar el artefacto explosivo hallado en un morral.
UN MÉTODO QUE YA ERA COSTUMBRE
El coronel Daniel Jares Reyme, jefe de la División Policial Sur Uno, señaló que los detenidos no eran improvisados. Hernán González había salido hace pocos meses del penal de Lurigancho, tras cumplir seis años por robo agravado, mientras que Jesús González acumulaba múltiples denuncias y antecedentes por delitos similares.
Según los agentes, la banda tenía incluso un grupo de WhatsApp para controlar a todos los colectiveros de la ruta. “Los tenían bien mapeados”, indicó el coronel. En ese espacio verificaban quién pagaba los cinco soles diarios y quién debía abonar los cien del fin de semana. Los mensajes incluían amenazas directas y advertencias de muerte.
Los extorsionadores realizaban rondas en horarios clave: al amanecer, cuando la ciudad empieza a moverse, y al final de la tarde, cuando la demanda de pasajeros sube. Esa dinámica les aseguraba un flujo constante de dinero, siempre bajo la sombra de sus armas.
Las cifras confirman la gravedad del panorama. Un informe procesado por la propia PNP muestra que entre enero y septiembre de 2025 se registraron más de 20 mil denuncias de extorsión, superando ampliamente las del año anterior. Un escenario que ilustra cómo mafias como esta se han extendido por corredores informales.
SIGUIENTE PASO: LA INVESTIGACIÓN
El operativo que terminó con la captura de los hermanos González Salas se ejecutó como parte de la estrategia “50-50”, que combina presencia policial visible y agentes encubiertos. La intervención en San Isidro se logró tras semanas de seguimiento, observación silenciosa y verificación del uso de armas reales en los cobros.
Arma de fuego y dinero en efectivo llevaban los hermanos. Foto: GEC
Ambos detenidos fueron llevados a la comisaría de San Isidro y luego serán puestos a disposición del Ministerio Público, donde se definirá su situación legal. La PNP continúa revisando los celulares, la motocicleta y las tarjetas vinculadas a organizaciones criminales que llevaban consigo.
Las autoridades no descartan que haya más implicados ni que una estructura mayor esté detrás del control de paraderos informales a lo largo de Javier Prado. Lo que sí quedó claro, tras la caída de estos dos hermanos, es que la modalidad de extorsión está lejos de ser un caso aislado.
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