
Aunque es el cabecilla de una red de extorsionadores y sicarios que sigue sembrando el terror en Lima Norte, Erick Moreno Hernández, alias ‘El Monstruo’, no solo impone su poder con armas. También controla a su círculo más íntimo con chantaje emocional, promesas románticas y mensajes desde la clandestinidad que hoy revelan el lado más oscuro de su estrategia: una manipulación sentimental que mantenía a sus cómplices bajo su dominio total.
Desde una favela en São Paulo y luego desde la frontera entre Brasil y Paraguay, ‘El Monstruo’ enviaba cartas, flores y audios a su pareja, Liseth Cruz Ruiz, alias ‘La Patrona’, madre de su hija y una de las piezas clave en su organización criminal. “Te amo, amor mío. Deja de pelear”, le escribía en mensajes que alternaban entre súplicas y órdenes. Ella, dolida, le respondía: “Todo me gritas y me haces sentir mal”.

A pesar de ser uno de los hombres más buscados del Perú —con una recompensa de un millón de soles por su captura—, Moreno bajaba la guardia frente a su pareja. “Discúlpame por reaccionar así”, insistía una y otra vez. Pero ‘La Patrona’ no tragaba entero: “Lágrimas de cocodrilo... nunca te lo voy a perdonar”.
TRIÁNGULO DEL CRIMEN
El corazón del ‘Monstruo’ no era exclusivo. En medio de la persecución policial y el caos que sembraba su banda, apareció otra mujer: Dayana Jazmín Martínez Valdés, ‘La Rubia Paraguaya’. Tras la captura de ‘La Patrona’ en Bolivia, Dayana asumió el control de la organización desde Paraguay, desatando una guerra de celos.
“Hazla trabajar a la pu... esa. A mí no me des nada”, estallaba Liseth en uno de los audios. “Me duele que estés con ella”, reclamaba, mientras la policía identificaba a Dayana como la nueva operadora del imperio criminal.
Los mensajes privados a los que accedió el dominical ‘Domingo al Día’ revelan un patrón: Erick Moreno usaba el amor como herramienta de control. Le prometía reencuentros, le agradecía por ser la “mejor esposa y madre del mundo” y aseguraba que “pronto estarían juntos con el favor de Dios”. Mientras tanto, desde Lima, Liseth organizaba cobros, coordinaba amenazas y cumplía con las tareas logísticas del grupo.
El fiscal Leonardo Guffante lo explicó con claridad: “Compartían funciones logísticas, financieras y de coordinación”. No era solo una relación sentimental: era una sociedad delictiva cimentada en la manipulación.

ASCENSO Y FUGA
Erick Moreno no siempre fue el jefe. Su salto al poder se dio tras la muerte de su mentor, Jorge Manuel Rodríguez Pedraza, alias ‘Jorgito’, quien fue abatido frente a su pareja, Grace Bados. Desde entonces, ‘El Monstruo’ tomó el control, reconfiguró la red criminal y convirtió a Grace en su contadora. Ella organizaba pagos, registros y lavado de dinero. La Fiscalía la llama ‘la cajera’ de los ‘Injertos del Cono Norte’.
Así se consolidó el llamado ‘Triángulo del Crimen’: Erick Moreno al mando, Liseth como operadora y Grace como administradora. Tres piezas conectadas por la lealtad, el miedo… y el amor tóxico.
Hoy, ‘El Monstruo’ sigue prófugo. La Policía cree que se oculta en la zona de Ponta Porã, en Brasil, bajo la protección del temido Primer Comando Capital (PCC). Desde allí, lanzó un mensaje burlón a la Policía Nacional: “Nunca podrán conmigo, inútiles”.
Mientras tanto, la organización que lideró con audios de amor y amenazas sigue desmoronándose. Pero el caso de ‘El Monstruo’ deja claro que, a veces, el crimen organizado no solo se sostiene con armas… también con rosas y cartas perfumadas.
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