
El crimen del diplomático indonesio Zetro Leonardo Purba ha dejado helados a vecinos de Lince, pero también encendió las alarmas en la Policía Nacional y la Cancillería. El funcionario de 40 años fue acribillado de tres disparos cuando llegaba en bicicleta a su domicilio en la cuadra 3 del Jr. César Vallejo. El verdugo, con casco naranja, lo remató de un tiro a la cabeza y huyó en moto junto a un cómplice. Un ataque planificado al milímetro.
La Dirincri confirmó que se trató de un asesinato por encargo. Nada fue robado: ni su celular, ni su billetera, ni sus pertenencias. “El objetivo era eliminarlo”, aseguró el ministro del Interior, Carlos Malaver. Las cámaras de seguridad confirman que los sicarios lo esperaron por más de media hora antes de disparar.

UNA ORDEN DESDE LEJOS
Las hipótesis son múltiples. Una de las más fuertes apunta a que el crimen se habría ordenado desde Indonesia mismo. Una fuente policial reveló a El Comercio que la intención de asesinar a Purba podría estar vinculada con un “asunto pendiente” en su país, y que sicarios peruanos habrían sido contratados para ejecutar la sentencia de muerte.
“La primera hipótesis es que la intención de asesinar a la víctima deriva de un asunto que tuvo en Indonesia y lo estuvieron siguiendo en el Perú. Todo hace pensar que el autor intelectual estaría en el país asiático y que este se puso en contacto con sicarios en Lima”, manifestó la fuente policial.
La tesis cobra fuerza porque Purba llevaba apenas cinco meses en Lima junto con su familia y no se le conocían conflictos ni amenazas en el Perú. Además, ni siquiera hablaba español.
Durante su estancia en el país, Purba compartió momentos familiares en redes sociales. Se le ve paseando con sus hijas por el malecón, comiendo en restaurantes limeños y divirtiéndose en la Granja Villa. El 10 de junio celebró el cumpleaños de su esposa, el 12 de agosto el suyo, y cinco días después los 80 años de independencia de Indonesia.
Pero no es la única línea de trabajo. La policía encontró en su celular contactos telefónicos de Venezuela y Colombia. ¿Se trataba de simples comunicaciones personales o vínculos con redes transnacionales? “El teléfono hablará”, repiten los agentes de la Dirincri, convencidos de que allí se oculta la clave del caso.

MAFIAS INTERNACIONALES
El nombre de Purba ya empieza a sonar en los pasillos policiales donde se investiga la actividad de organizaciones extranjeras en Lima. En 2023, se desmanteló en La Molina una red asiática de estafas telefónicas, mientras que la banda Sam Gor, con tentáculos en Latinoamérica, fue detectada moviendo toneladas de droga desde la región hacia Asia. Aunque no hay pruebas directas, el perfil del funcionario asesinado obliga a no descartar estos nexos.
Otra hipótesis conecta a Purba con un entorno más cercano: el de Lince. Investigadores sospechan que habría entablado relación con una joven meretriz extranjera en la zona dominada por la banda One Family, liderada por el temido ‘Chino’ Zapata, acusado de extorsión y sicariato. Si bien no hay evidencias sólidas, los detectives no descartan que este contacto haya abierto un flanco inesperado en la vida del diplomático.
AJUSTE DE CUENTAS
Expertos en seguridad coinciden: lo ocurrido en Lince tiene la marca de un ajuste de cuentas. “No fue fortuito, hubo seguimiento, preparación y precisión. Es un crimen de manual”, explicó en El Comercio Frank Casas, especialista en seguridad ciudadana. La ejecución, fría y limpia, deja ver la mano de profesionales del sicariato.
Las autoridades indonesias también están pendientes. En Yakarta, la prensa tituló: “Indonesia busca protección judicial tras asesinato de personal de embajada en Perú”. El viceministro de Exteriores exigió a Lima llegar hasta el fondo. Y en Perú, el ministro del Interior, Carlos Malaver, aseguró que “no se descarta ninguna hipótesis, incluso la participación de colaboradores cercanos”.

El asesinato ocurrió justo cuando Perú e Indonesia se preparaban para celebrar los 50 años de relaciones diplomáticas y el 80 aniversario de independencia del país asiático. En lugar de festejo, hoy hay luto. La embajada canceló todos los actos oficiales, mientras la viuda y las tres hijas de Purba reciben resguardo policial.
El caso recién comienza y las preguntas se multiplican: ¿Quién tenía interés en silenciar a un funcionario técnico, sin pasado político, sin enemigos conocidos en Perú? ¿Fue un encargo desde Yakarta, ejecutado en Lima? ¿O una trampa tendida en el mismo barrio donde intentaba rehacer su vida?
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