La madrugada en la avenida Cárcamo, en el Cercado de Lima, terminó en una escena que nadie esperaba. Un joven de 23 años cayó gravemente herido luego de recibir un disparo por la espalda por parte de un agente de la Policía Nacional, quien —según sus familiares— habría actuado bajo los efectos del alcohol y de un somnífero. El muchacho, padre de una bebé de tres meses, permanece luchando por su vida en el Hospital Nacional Arzobispo Loayza.
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La madre de la víctima contó que estaba frente a su casa cuando escuchó el impacto de bala. Un vecino le dijo que habían matado a un muchacho. Corrió de inmediato y descubrió que el herido era su hijo. “No recuerdo más porque me desmayé”, señaló entre lágrimas en declaraciones a Buenos Días Perú.
Testigos de la cuadra 2 de la avenida Cárcamo aseguraron que el policía, vestido de civil, mostraba su arma de fuego a cada instante. Lo vieron caminar de pasaje en pasaje, con movimientos extraños, antes de ingresar a una panadería donde finalmente fue intervenido por otros agentes.
Los vecinos alertaron al 105 y a la comisaría local. Fueron los propios colegas del agente quienes llegaron al establecimiento y lo detuvieron, encontrando su arma y su celular sobre el mostrador. En imágenes emitidas por el matinal, se observa al suboficial enviando mensajes desde su teléfono mientras sostiene la pistola en la otra mano.
TESTIGOS HABLAN DE COMPORTAMIENTO IRREGULAR
Los familiares del joven herido denunciaron que el agente parecía estar drogado y que no recibieron apoyo en la comisaría de Monserrate cuando intentaron formalizar la denuncia. “Parecía que estaba drogado, con su arma de arriba para abajo. Lo único que quiero es justicia para mi hijo”, reclamó la madre.
El muchacho habría salido a comprar a la panadería cuando se produjo el disparo. El proyectil ingresó por la espalda y comprometió órganos internos, por lo que su estado continúa siendo reservado. Personal médico del Loayza trabaja para estabilizarlo.
El ataque ocurrió mientras rige el estado de emergencia decretado por el Gobierno de José Jerí para combatir la delincuencia en Lima Metropolitana y el Callao, una medida que permite la intervención de las Fuerzas Armadas en apoyo a la Policía Nacional.
Vecinos de la zona y familiares exigen una investigación transparente y sanciones ejemplares. Para ellos, no hay duda de que el agente actuó sin control y puso en riesgo la vida de todos los presentes en el local.
El hombre es padre de un bebé de tres meses. Foto: Buenos Días Perú
VERSIÓN DEL DEFENSOR DE LA POLICÍA
Sin embargo, el general Máximo Ramírez, defensor de la Policía, presentó una versión completamente distinta en entrevista con Buenos Días Perú. Según explicó, el suboficial no estaba ebrio y habría disparado porque momentos antes fue víctima de un robo.
Ramírez detalló que el agente pasó el día con sus familiares y, tras dejarlos en un paradero, se dirigió a su casa. En el trayecto, mientras estaba detenido en un semáforo entre las avenidas Colonial y Argentina, fue golpeado en el vehículo. Enseguida, otro sujeto habría ingresado por el lado contrario y lo golpeó con la cacha de un arma, robándole su celular.
El suboficial, según la versión del general, bajó del auto con su arma y persiguió a quien identificó como Mario Rodríguez Pinedo Chirino. Relató que disparó por temor a que el presunto ladrón usara un arma contra él. “El suboficial nos dice que tenía un arma y es con el arma que le ha golpeado el labio”, aseguró Ramírez.
Pero las cámaras de seguridad muestran otra escena. En el video, Mario corre, grita “no tengo nada” y pide que lo revisen. El disparo se observa por la espalda, segundos antes de que el joven caiga al pavimento. Incluso su propio padre aparece en imágenes reclamando al policía por el ataque.
El defensor insistió en que el agente no estaba ebrio y que se sometió a dosaje etílico y toxicológico. Sostuvo que la investigación determinará qué ocurrió exactamente y que el suboficial está registrado como agraviado por robo, no como investigado por tentativa de homicidio.
Mientras las versiones continúan enfrentadas, la familia del joven permanece en el hospital, esperando noticias que puedan devolverles un poco de esperanza. Afirman que su hijo no tenía nada que ver con el incidente previo y que fue víctima de un acto irresponsable que pudo haber terminado en tragedia mayor.
La avenida Cárcamo despertó con indignación y temor. Lo que para muchos fue un impacto nocturno, para una familia se convirtió en un drama que aún no encuentra respuesta.
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