Han pasado 22 años y todavía no encuentran justicia. Lo que debía ser la mejor fiesta del año en una discoteca de moda ubicada en el Jockey Plaza terminó en la espantosa muerte de 29 jóvenes, cuyas edades oscilaban entre los 21 y 34 años. Otros 57 quedaron heridos, mientras que los responsables eludieron a la justicia durante mucho tiempo. Esta es la historia del caso ‘Utopía’.
Así se llamaba el establecimiento en el que el 20 de julio del 2002 se realizaba la denominada fiesta ‘Zoo’, para la que habían traído en jaulas a animales del zoológico. Un tigre, un león, chimpancés y en la barra, un barman preparaba los tragos lanzado llamaradas de fuego. Pero, precisamente, producto de esas irresponsables maniobras pirotécnicas, se produjo un incendio que envolvió en fuego y humo todo el local. El triste resultado: 29 jóvenes muertos.
A pesar de la exclusiva celebración, el local no contaba con extintores, esto hizo que el fuego se propague sin control.
A partir de allí, los padres de las víctimas comenzaron a vivir otra tragedia. La de emprender una desigual lucha por conseguir justicia para sus hijos y para que los verdaderos responsables de la tragedia, los dueños de la discoteca (Alan Azizollahoff y Édgar Paz Ravines) paguen con la cárcel e indemnizaciones por el homicidio culposo de los jóvenes, en su mayoría universitarios y profesionales.
FIESTA ANIMAL
Utopía era la discoteca de moda, aquella a la que solo podían ingresar jóvenes que tenían la suerte de recibir una invitación. Estaba ubicada en el Jockey Plaza. Su pista de baile, por ejemplo, era un piso que denominaban ‘antiestrés’, de caucho industrial que absorbía el agua o los tragos que podían caer y así nadie se resbalaba.
Esa madrugada había más de mil clientes. En medio de los gritos aterradores, el caos y la desesperación por el humo, circuló el rumor de que los felinos habían escapado de sus jaulas.
Varios corrieron a refugiarse al baño y ahí murieron asfixiados. Las salidas de emergencia estaban cerradas, mucho menos había extintores ni zonas de evacuación debidamente señalizadas; solo un pequeño túnel en el que más de mil personas pugnaban por escapar. “¡Nos ahogamos!”, gritaban los jóvenes.
LUCHA POR JUSTICIA
A partir de allí, los padres de las víctimas comenzaron a vivir otra tragedia. La de emprender una desigual lucha por conseguir justicia para sus hijos y para que los verdaderos responsables de la tragedia, los dueños de la discoteca (Alan Azizollahoff y Édgar Paz Ravines) paguen con la cárcel e indemnizaciones por el homicidio culposo de los jóvenes, en su mayoría universitarios y profesionales.
Los verdaderos responsables, según los padres de los jóvenes, huyeron del país. Azizollahoff se ufanaba en un reportaje en ‘Cuarto Poder’ de su gran amistad con la primera dama de entonces, Eliane Karp, y versiones periodísticas aseguraron que el exjefe de seguridad de Palacio de Gobierno, ‘Avi’ Dan On, en el periodo de Alejandro Toledo, lo escoltó hasta el avión para que fugue a Miami, todo por orden de la ‘Gringa’.
El barman Roberto Ferreyros fue sentenciado en el 2004 a cuatro años de prisión, pero salió solo 15 meses después gracias a beneficios penitenciarios a mediados de 2005.
Por su parte, el administrador Percy North fue sentenciado por el delito de homicidio culposo a cuatro años, pero los deudos apelaron y, en 2006, la resolución cambió a homicidio doloso. Su condena cambió a 15 años de cárcel, pero apeló. Luego, su pena fue reducida a 10 años de prisión y salió en libertad tras solo siete años.
Los familiares, encabezados por Luis Delgado Aparicio Porta, el ‘Doctor Saravá’, hasta que falleció, batallaron durante años para encontrar justicia. Como en un relato kafkiano, ¡esta llegó once años después! El Poder Judicial ‘castigó’ a los verdaderos responsables de la tragedia, los dueños Azizollahoff y Paz Ravines, con una ridícula sentencia de cuatro años, mientras en su momento, a Percy North, que solo era el gerente, lo condenaron a diez.
Además, estos señores se habían burlado de la Justicia peruana y fugaron del país, a tal punto que Azizollahoff tuvo la desvergüenza de robar los planos de la discoteca para ocultarlos de los investigadores judiciales. Según la revista Caretas del año 2004, en un informe sobre las actividades del prófugo ‘Azi’, este manejaba un patrimonio de ¡50 millones de dólares! en negocios no solo en Perú, sino en el extranjero.
SENTENCIA ABSURDA
Recién dieciocho años después del incendio en la discoteca Utopía que causó la muerte de 29 jóvenes, Édgar Paz Ravines, dueño del local siniestrado en el 2002, fue extraditado para cumplir su condena por homicidio culposo en el Perú. 20 meses antes, en noviembre de 2018, había sido capturado en México.
Desde que ocurrió la tragedia, 16 padres y madres han fallecido esperando justicia. El proceso judicial que terminó el 8 de abril del 2014 mantiene la herida abierta en los deudos. A Édgar Paz Ravines y Alan Azizollahoff Gate, dueños la discoteca que no tenía medidas básicas contra incendios ni licencia municipal, se les dictó apenas cuatro años de prisión por el delito de homicidio culposo por omisión impropia. Paz Ravines recuperaría este año su libertad.
Por Azizollahoff se ofrecen S/30 mi de recompensa. De él, los deudos indican que se encuentra en Sudáfrica; sin embargo, aún no hay novedades sobre su ubicación y captura.
En febrero de 2020, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, Fernando Castañeda, aprobó la solicitud de extradición activa a la República de Sudáfrica de Alan Michael Azizollahoff Gate o Alan Michael Azizollahoff.
La Resolución Suprema 034-2020-JUS señala en sus considerandos que si bien entre Perú y Sudáfrica no existe tratado bilateral de extradición, la cooperación judicial en esta situación se rige por los Tratados Internacionales celebrados por el Perú y, en su defecto, por principios de reciprocidad, en un marco de respeto de los derechos humanos.
LA PELÍCULA
En 2018 se estrenó ‘Utopía’, una pélícula dirigida por Gino Tassara y Jorge Vilela, y que se puede ver en Netflix, que aborda la tragedia en la discoteca más exclusiva de Lima, a ritmo de un trepidante thriller.
Gino Tassara, uno de los directores del filme, realizó para América Televisión una investigación de cinco años junto a Karla Velezmoro sobre esta desgracia. “Gracias a la película las autoridades empezaron a mover el caso otra vez; volvieron a poner a Édgar Paz Ravines entre los más buscados, se le capturó y se le extraditó desde México”, sostuvo Tassara,
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