
La tranquilidad de Yungay se rompió la noche del 15 de agosto, cuando un disparo estremeció los muros de la comisaría PNP. Eran alrededor de las 9:00 p.m. cuando el estruendo alertó a los agentes que estaban de turno. Al ingresar al dormitorio del personal masculino, la escena fue desoladora: el suboficial de tercera (S3) Víctor Gabriel Maguiña Guzmán (31) yacía sin vida, con un impacto de bala en el rostro.
El hecho, ocurrido en el corazón de la región Áncash, ha encendido la indignación de familiares, vecinos y colegas del agente. “No fue un accidente, fue un asesinato”, claman los padres y hermanos de Maguiña, quienes llegaron hasta la dependencia policial para exigir justicia.

Según la versión oficial, dada por el general Ely Vargas, jefe de la Región Policial Áncash, un compañero habría manipulado su arma y la bala se escapó “de manera accidental”. Sin embargo, esa explicación no convence a nadie en Yungay, mucho menos a los deudos, que acusan directamente a un policía amigo cercano de la víctima.
“Yo no sé por qué le ha disparado, no es un accidente, como dicen, es un asesinato”, afirmó la madre del suboficial entre lágrimas. La hermana del policía también pidió justicia y recordó que su hermano disfrutaba del deporte y del canto, pues incluso formaba parte de un grupo de mariachis.
SOSPECHAS Y UN DETENIDO
Las primeras diligencias revelaron un giro inesperado. La madrugada siguiente, agentes del DEPINCRI Huaraz detuvieron a Junior Enmanuel Ramírez Liñán, compañero y amigo de Maguiña, señalado como el autor del disparo. El arma usada fue una pistola SIG Sauer de reglamento, ya incautada para peritajes.
Ramírez no es un desconocido para la polémica. En 2019 fue intervenido en Tumbes por realizar disparos en presunto estado de ebriedad dentro de su vivienda, un antecedente que hoy agrava las sospechas en su contra. Actualmente permanece detenido por siete días mientras la Fiscalía recopila pruebas por el presunto delito de homicidio simple.

Los primeros informes forenses señalan que el disparo se realizó a menos de 10 centímetros del rostro de Maguiña, lo que, según los familiares, demuestra que no se trató de un accidente. “A mi hermano prácticamente lo han matado. Queremos que le caiga todo el peso de la ley”, expresó Robert Maguiña Guzmán.
El dolor es profundo y el desconcierto aún mayor. Los vecinos de Yungay se congregaron en las afueras de la comisaría para acompañar a la familia y exigir transparencia en las investigaciones. “La institución debe dar la cara, no se puede tapar la verdad”, manifestaron.
Mientras el cuerpo de Gabriel Maguiña recibe sepultura en medio de cantos y lágrimas, la investigación recién comienza. El Ministerio Público ya tiene en sus manos un caso que podría revelar fracturas graves dentro de la institución.










