PERUANO QUE SE RESPETA. El hombre más fuerte del Perú trabaja como estibador, y es capaz de cargar una tonelada de verduras y frutas sobre su espalda o llevar en sus hombros sacos de cebolla o papas de más de 100 kilos. Se trata del cajamarquino Walter Heredia Vega (40), quien acaba de proclamarse campeón del primer torneo de vencidas del Mercado ‘Tierra Prometida’ de Santa Anita tras vencer a más de 100 cargadores que participaron en esta curiosa competencia.
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Este campeonato reunió a todos los cargadores de este centro de abastos, desde jovencitos hasta aquellos que tienen más de 70 años. Todos querían participar, y no era para menos: el ganador se llevaría una carreta nueva. Tras algunas horas, donde varios medían sus fuerzas y habilidades en las vencidas, los competidores Walter, conocido como Tato, y el señor Francisco Gaspar llegaron a la final.
Frente a sus compañeros de trabajo, Walter, ahora bautizado como ‘Supermán Cajacho’, venció a Gaspar y se llevó la carreta. Este cargador cuenta que su estado atlético se debe a la buena alimentación y al constante ejercicio que realiza trasladando mercadería. “No necesito ir al gimnasio, porque cargar los sacos de papas o cebollas, ayudan; es como hacer pesas. Ahora qué gané esta competencia de vencidas, por ahí escuché qué me llaman ahora ‘Supermán Cajacho’”, cuenta el padre de dos niños.
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Para mantenerse en buen estado y soportar el intenso trabajo que realiza, desde las 4 de la madrugada, Heredia se alimenta con mote, quinua, habas y máchica. “La comida de la sierra nos aporta mucha energía, y eso necesitamos los estibadores cuando empezamos a chambear”, explica.
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PERUANO QUE SE RESPETA. Ella te pone en forma y también endulza los paladares de sus clientes. Ana Elizabeth Mendoza Sanchez (25) es una emprendedora cajamarquina, que vende dulces y antojitos de su tierra en el puesto B-173 del mercado Tierra Prometida de Santa Anita, pero algo que no saben sus caseritas y caseros es que esta joven cajacha trabaja como personal trainer en un gym del mismo distrito.
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Mendoza vende rosquitas, manjares, mermeladas, galletas de leche, alfajores, quesos, panes y bizcochos hace más de dos años, y este emprendimiento lo inició tras dejar sus estudios de arquitectura debido a la pandemia. “Tenía que costearme mis ingresos básicos, y vi la oportunidad en la venta de dulces de mi tierra”, cuenta.
Sus productos son traídos desde las provincias de Bambamarca, Celendín, Lajas, Hualgáyoc y la misma ciudad de Cajamarca. Los dulces son pedidos por clientes, comerciantes y hasta estibadores desde temprano, y por eso Mendoza abre su puesto a las cuatro de la madrugada y trabaja hasta la 1 de la tarde, para después prepararse y alistarse a entrenar en un gimnasio a un grupo de señoras y jovencitas.
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La rutina de Mendoza consiste en trabajar con máquinas, mancuernas y hacer cardio. Su objetivo es que las chicas alcancen un peso adecuado, y se alimenten saludablemente para lograrse un cuerpo fitness. “Mis caseras ya me han dicho: ‘Tú, nos engordas con los dulces y después nos haces trabajar con pesas’”, bromea la joven.
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