
Juan Huertas Martínez, un orgulloso chiclayano de 56 años, es un ejemplo vivo de esfuerzo y dedicación. Desde su puesto A-161 en el mercado Tierra Prometida del distrito de Santa Anita, donde vende zapallos macre, Juan ha logrado lo que muchos consideran un milagro: sacar adelante a sus siete hijos, de los cuales cinco son ahora profesionales destacados. “No me salió ningún zapallero, pero cada uno hace su camino. Ahora tengo a mi cargo a mis dos últimos hijos, ellos todavía están en el colegio”, cuenta orgulloso.

Juan llegó a Lima siendo el menor de una familia chiclayana que migró buscando mejores oportunidades. “Mi tío fue el primero en venir. Nos fue jalando uno a uno, hasta que terminé trabajando en el mercado mayorista”, recuerda. Hoy, su vida transcurre entre el ajetreo del mercado y el orgullo por los logros de sus hijos.
Entre sus hijos profesionales destacan un ingeniero de sistemas, un ingeniero en robótica que estudia en Italia y que pronto será becado en Alemania, un ingeniero en mecánica automotriz, una chef y una administradora de negocios que reside en Italia. “Mis hijos son mi orgullo. Todos estudiaron en universidades privadas porque no queríamos perder tiempo en trámites. Preferimos invertir en su futuro”, señala Juan.
Juan también atesora experiencias únicas en su vida. “De joven jugué fútbol en ligas de Chiclayo, y aunque nunca llegué a ser profesional, el deporte me enseñó disciplina y trabajo en equipo“, recuerda con nostalgia. Pero quizás su mayor aventura ocurrió en Italia, donde, además de visitar a sus hijos, trabajó como cocinero en un restaurante local. Pese a las dificultades, Juan nunca dejó que las adversidades lo derrotaran. Incluso durante la pandemia, cuando quedó atrapado en Italia mientras visitaba a sus hijos, encontró formas de adaptarse. ”Me ofrecieron abrir un restaurante peruano-italiano, pero mi corazón siempre estuvo en los mercados, con mis zapallos y mi gente“, confiesa.

Huertas Martínez tiene un socio que se encarga de supervisar las chacras, mientras él, con su carisma natural, se encarga de las ventas. "Soy vendedor de corazón“, asegura con una sonrisa.