se vio sacudido nuevamente la madrugada de este miércoles por un fuerte temblor, que generó alarma entre el personal que realiza las labores de rescate en la región donde el sismo dejó hace cuatro días casi 500 muertos y 1.700 desaparecidos.

El nuevo sismo, de magnitud 6,1 según el Instituto de Estudios Geológicos de Estados Unidos y 6,2 según el Instituto Geológico de Ecuador, fue muy prolongado, aunque no se reportó nuevos daños

Su epicentro estuvo a una profundidad de 15,7 kilómetros y se ubicó a 25 km de Muisne y a 73 km de Propicia, en Ecuador. Las autoridades no activaron la alerta de tsunami.

Casi cuatro días después del potente terremoto que devastó la costa de Ecuador y en medio de una cadena incesante de réplicas, el nuevo temblor se suma a la angustia de los sobrevivientes, que ya empezaron a notar los efectos de la escasez de agua y víveres, sumada a frecuentes cortes de luz.

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“No tenemos agua, ni alimentos. Las tiendas o están cerradas o venden muy caro. Algunas pasaron los precios de uno a cinco dolares”, reclama a la AFP Andrés Mantuano, en la vecina ciudad de Manta (en la provincia de Manabí, oeste, de lejos la más afectada).

En este puerto pesquero, como en casi toda la costa del Pacífico de Ecuador, el mal estado de las carreteras (que dificulta la distribución), el temor a saqueos y la inestabilidad de los edificios han llevado a cerrar las puertas de muchos comercios, e incluso algunos pasan las horas protegidos por las fuerzas de seguridad.

Y la ausencia de lo básico, sobre todo agua y alimentos, comienza a irritar a la población de esta localidad que parece una zona de guerra.

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El ministro coordinador de la Producción de Ecuador, Vinicio Alvarado, dijo tener información de que “por acción desesperada se llega a medidas de invasión de la propiedad privada y eso obligó a que muchos negocios tengan que cerrar”.

Más de 900 socorristas, bomberos, médicos y especialistas de 20 países, entre ellos Colombia, Chile, México, Venezuela y España, continúan buscando señales de vida entre los escombros, pero a menudo solo pueden recuperar cadáveres.

Algunos familiares se desesperan por la demora en la remoción de restos, mientras el olor de los cuerpos en descomposición se vuelve más intenso.

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