Más de ocho millones de venezolanos han migrado. Es el segundo mayor desplazamiento actual después del que ocurre en Siria. Al menos un millón de ellos han ingresado a territorio peruano. Todos, o la gran mayoría, buscan tranquilidad, trabajo y un mejor futuro para sus hijos. Desiré Mendigaña (*) es comunicadora social. Nació en Perú, pero a los tres años migró a Venezuela con su madre. Con la crisis económica del país llanero, tomó sus maletas y cruzó fronteras otra vez. Ha vuelto a sus raíces. Esta es la tercera entrega de su historia. Empecemos:
‘VENECO’, PALABRA DESPECTIVA
La primera vez que escuché la palabra ‘veneco’, fue en el anuncio de un noticiero amarillista, uno que buscaba crear un titular llamativo y acuñar en la comunidad un nuevo término. Esto, mientras me tocaba las de Caín en Colombia. Lo que muchos no entienden (tal vez porque no lo viven) es que ciertos adjetivos significan un gran acto de irrespeto hacia una población que ya viene curtida de atropellos y malos tratos por personas que se creen dueñas del suelo que pisan.
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Por ejemplo, he escuchado comentarios machistas y denigrantes, que adoptaron el término ‘veneca’ para referirse claramente a las mujeres venezolanas que tienen buen cuerpo, una cara linda y son algo extrovertidas. Lo mismo ocurre con aquellos hombres que se involucran en negocios turbios y hacen de las suyas, dejando muy mal parados a sus connacionales.
El termino en sí tiene su origen en la zona fronteriza de Colombia con Venezuela. En toda esta franja invisible, hay una intensa actividad e intercambio cultural. Pero es hacia la década de los ochenta en que Colombia atraviesa por momentos muy duros debido al narcotráfico y los grupos terroristas. De esta manera, comenzó el éxodo de miles hacia el país hermano, muchos tuvieron hijos nacidos en Venezuela, quienes mantuvieron sus raíces colombianas muy marcadas. O viceversa, siendo hijos de venezolanos, se radicaron en tierras colombianas.
Hasta acá, la historia avanzaba sin mayor novedad. Sin mayor irrespeto de los unos con los otros. Con mucha tolerancia... Hasta que se le comenzó a dar un significado peyorativo y despectivo. Y ahí se originó el rechazó a ser calificados de esta manera tan ofensiva.
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La Real Academia Española (RAE) no reconoce esta palabra como un gentilicio sino más bien, como un término para referirse a Venezuela. Sin embargo, la palabra ‘veneca’ se comenzó a asociar con mujeres de “la mala vida” o de “la vida alegre” que se vinculaban con actos delictivos. Y, en el caso de los hombres, todo aquel que rompía con las reglas del buen ciudadano, y se llenaba la boca hablando de sus fechorías.
Pero, ¿sería justo decirle así a una persona que trabaja honradamente para ganarse el pan con harto esfuerzo, en un país ajeno y velando desde la distancia por los suyos? Pues la respuesta es: No, no es justo.
‘INDIO’, ‘CHOLO’ Y ‘VENECO’ EN PERÚ
Durante mi estancia en Colombia, recuerdo haberle cerrado la boca a más de una persona que me decía de manera despectiva ‘veneca’, aclarando que el gentilicio correcto y respetuoso es ‘venezolana’, porque ni me dedicaba a la prostitución, ni me involucraba en cosas raras y fuera de la ley. Y creo sinceramente que lo más irritante era el tono de sarcasmo, de malicia, de burla con el que lo decían. Algo similar a lo que sucede en el Perú, cuando de manera despectiva, ofensiva y con tono de superioridad, le dices ‘indio’ o ‘cholo’ a cualquier peruano o peruana.
Con la llegada de tantos extranjeros al Perú, se fue colando la palabrita al argot cotidiano. Y me sorprendió muchísimo cuando estando acá, en Lima, lo escuché. Apenas mis antenitas de vinil, percibieron ese calificativo tan ofensivo para la gran mayoría de venezolanos, me repetí una y otra vez “¿qué pito toca esa palabra acá?”
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Me ha costado entender que aquí lo ven como una manera abreviada de referirse a los venezolanos, sin intenciones de ofender ni denigrar a nadie. Y en algunos casos, me han comentado otros paisanos peruanos, que lo hacen de manera cariñosa. Sinceramente, creo que a cualquier persona le gusta que le llamen por su nombre de manera correcta y respetuosa. Al de Perú, peruano. Al de Colombia, colombiano. Al de Ecuador, ecuatoriano. Al de Argentina, argentino. Al de Venezuela, venezolano. Y así sucesivamente. Así está escrito en la RAE, y así nos evitamos malos entendidos.
(*) Desiré M. Mendigaña Mogrovejo nace en Lima, Perú, pero migra a Venezuela a los tres años. Egresada como Licenciada en Comunicación Social Mención Audiovisual de la Universidad Santa María en la ciudad de Caracas (Venezuela), trabajó como productora de televisión en programas culturales, fue reportera y presentadora del noticiero cultural. En 2012, fue corresponsal en Uruguay de la ‘I Gira Internacional de la Orquesta Filarmónica de Venezuela’. En 2018 migró a Colombia donde trabajó como locutora y productora del ‘Noticiero del mediodía’, de la cadena Caracol Radio, en la ciudad de Ocaña. En 2019, regresa al Perú después de 37 años. Distante, pero nunca ausente de la cultura y tradición peruana, cuenta todos los miércoles su experiencia de migración.
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