
El reloj marcaba la hora punta de la tarde cuando la avenida Prolongación César Vallejo, a pocos metros del Real Plaza de Trujillo, se convirtió en escenario de un tiroteo mortal. Un presunto sicario intentó asaltar a un empresario frente a una casa de cambio, pero terminó abatido por un agente de seguridad que no dudó en jalar del gatillo.
La cámara de vigilancia de un local captó el instante exacto: el empresario estaciona su motocicleta, se dispone a entrar a la casa de cambio y, de pronto, un hombre armado se le planta en el camino, encañonándolo. La víctima retrocede, buscando refugio dentro del negocio, mientras la amenaza avanza con pasos firmes y la pistola lista para disparar.

Los gritos alertaron a un agente de seguridad de una casa de cambio contigua. El hombre, curtido en jornadas largas de vigilancia, corrió hacia la escena. Vio al delincuente forcejear, escuchó un disparo y no dudó: levantó su arma y ejecutó dos tiros certeros que dejaron al atacante desplomado en plena pista.
El presunto hampón fue identificado como Dany William Luján Chunga, de 53 años. Agentes de Criminalística y representantes del Ministerio Público llegaron al lugar para levantar el cadáver y recoger las pruebas. Sobre el asfalto, los peritos hallaron 12 casquillos de bala, un recordatorio frío de la violencia del enfrentamiento.
PERTENECERÍA A UNA BANDA
Un cambista, herido en medio del cruce de fuego, fue trasladado de emergencia a un centro de salud cercano. Su estado es reservado. La Policía detuvo al agente de seguridad para las diligencias de ley, mientras testigos coincidían en que su intervención evitó una tragedia mayor.
La historia del abatido no era la de un improvisado. Fuentes policiales revelaron que Luján Chunga tenía antecedentes por posesión ilegal de arma de fuego y estaba requisitoriado. Además, sería miembro de ‘Los Injertos de la Nueva Esperanza’, una banda dedicada a asaltos al paso en Trujillo y sus alrededores.

Vecinos que presenciaron la balacera no dudaron en aplaudir la acción del vigilante. Sin embargo, familiares del fallecido llegaron al lugar y armaron una acalorada discusión, exigiendo explicaciones y acusando a la seguridad privada de “exceso de fuerza”.
Ahora, el Ministerio Público investiga cada segundo del suceso para determinar si el uso del arma por parte del agente se ajustó al marco legal. Mientras tanto, el eco de los disparos sigue retumbando en una ciudad que, en los últimos meses, vive asediada por la delincuencia y el crimen organizado.
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