
La Amazonía peruana volvió a ser escenario de preocupación. La mañana del 7 de septiembre, los habitantes de la comunidad nativa Tres Fronteras, en la provincia de Putumayo (Loreto), se encontraron con una imagen que desató indignación: una bandera de Colombia ondeaba en el mástil central de la plaza, reservado al pabellón nacional.
La reacción fue inmediata. Líderes comunales denunciaron la ausencia de patrullajes y calificaron el hecho como una afrenta a la soberanía. “Nos sentimos abandonados. No hay control. Esta es tierra de nadie”, advirtieron los voceros locales.

El hallazgo no solo reveló la vulnerabilidad de la zona, sino también la precariedad en la respuesta del Estado. Efectivos del Ejército Peruano llegaron horas después para retirar la bandera extranjera, pero no llevaron consigo una bandera peruana para reemplazarla, lo que generó aún más indignación entre los vecinos.
EL ABANDONO DEL ESTADO
La provincia de Putumayo vive en estado de emergencia, pero sus habitantes aseguran que no existe presencia militar ni policial permanente. El poblado más cercano, Huapapa, se encuentra a 12 horas de trayecto, lo que acentúa la sensación de aislamiento.
El cacique de la comunidad Tres Fronteras expresó su preocupación. “Hoy nos sorprende esta bandera colombiana, sabe Dios de aquí a mañana qué puede ser”, dijo ante los comuneros reunidos en la plaza. También cuestionó la ausencia de las Fuerzas Armadas: “¿Dónde están nuestras autoridades, nuestro Ejército, nuestra Marina de Guerra?”.
El alcalde de Putumayo, César Campos, fue más allá y denunció que la provincia carece de recursos, infraestructura y seguridad, pese a estar en emergencia. “Ellos ya están izando banderas colombianas en la parte del Alto Putumayo, que no sorprenda si izan en la parte del medio y baja”, alertó.
El burgomaestre incluso advirtió que las fuerzas peruanas tuvieron que desplazarse en una embarcación menor para retirar la bandera y que ni siquiera contaban con un pabellón nacional para izar. “Esto demuestra el abandono del Estado en una zona limítrofe sensible”, señaló.

TENSIÓN LATENTE
La preocupación no es nueva. En agosto de este año, el presidente de Colombia reclamó formalmente la presencia de autoridades peruanas en Santa Rosa, distrito que calificó como territorio colombiano. El Gobierno peruano rechazó de inmediato ese pronunciamiento, pero la tensión diplomática sigue latente.
Mientras tanto, del lado colombiano, los pobladores del Putumayo reportan una presencia militar constante y despliegues diarios de embarcaciones en el río. Para las autoridades locales peruanas, se trata de una “ocupación silenciosa” que pone en riesgo la soberanía.
Las comunidades de la cuenca del Putumayo insisten en el mismo pedido desde hace años: mayor presencia militar y policial, infraestructura básica y un Estado que no solo aparezca en los papeles. Hasta ahora, la respuesta ha sido insuficiente.
El llamado final fue dirigido a la presidenta Dina Boluarte. “Que se acuerde de que el Putumayo también es Perú y que no lo marginen”, expresó el jefe comunal de Tres Fronteras. Una demanda que refleja la angustia de miles de ciudadanos que sienten que, en el extremo más alejado de la Amazonía, la soberanía nacional se defiende solos.





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