Un olor nauseabundo que se filtraba por los pasillos de un edificio en el distrito Gregorio Albarracín, en Tacna, llevó a los vecinos a alertar a la Policía. Nadie imaginó que detrás de la puerta del departamento del tercer piso se escondía una escena de horror: los cuerpos sin vida de una mujer, un hombre y una niña yacían en avanzado estado de descomposición.

El hallazgo, ocurrido en la avenida Colpa, desató una investigación que inicialmente parecía un triple homicidio, pero que dio un giro inesperado con las conclusiones de la necropsia. La tragedia, que involucraba a una familia chilena, escondía un oscuro secreto.

Los agentes identificaron a las víctimas como Juan Carlos Quispe Chávez (50), Emma Paredes Pallauta (21) y una menor de aproximadamente cinco años, todos de nacionalidad chilena. En un principio, los investigadores pensaron que el hombre era el responsable del crimen; sin embargo, los exámenes forenses revelaron todo lo contrario.

PERICIAS QUE CAMBIARON EL RUMBO DEL CASO

La autopsia determinó que el varón y la menor presentaban múltiples cortes en el cuerpo, mientras que el cadáver de Emma no mostraba heridas por arma blanca, sino rastros de intoxicación. De acuerdo con la Policía, la joven habría asesinado primero a su pareja y a la niña para luego ingerir una fuerte dosis de pastillas y acabar con su vida.

“El varón y la menor tienen lesiones punzocortantes en el pecho, brazos y cuello. La mujer, en cambio, presenta restos de medicamentos en el estómago”, detalló el general PNP Arturo Valverde, jefe policial de Tacna.

“Podría haber ingerido pastillas para morir”, añadió.

En el departamento también se hallaron fármacos, una nota escrita a mano y un arma blanca, todos enviados a peritaje.

El fiscal Wilfredo Calizaya, junto a peritos de Criminalística, concluyó que se trató de un doble homicidio seguido de suicidio, una hipótesis que ha estremecido tanto a Tacna como a Chile. Las investigaciones aún intentan precisar los motivos que llevaron a la joven madre a cometer el crimen.

UNA VIDA EN LA SOMBRA

Las pesquisas revelaron que Juan Carlos Quispe tenía una orden de captura vigente en Chile por contrabando y robo, mientras que Emma Paredes había sido reportada como desaparecida desde hace cinco años, cuando aún era menor de edad. Su familia la buscó sin descanso, sin imaginar que su historia terminaría trágicamente en el sur del Perú.

Los vecinos contaron que la pareja vivía casi recluida. Apenas salían del departamento y, cuando lo hacían, usaban mascarillas para no ser reconocidos. Solo se les veía recoger pedidos por delivery. “Eran muy reservados, parecían ocultarse”, relató la dueña del inmueble, quien les había alquilado el departamento desde hace algunos años.

Dentro del lugar, la Policía encontró celulares destruidos y equipos electrónicos dañados, lo que refuerza la teoría de que intentaron borrar evidencias o comunicaciones antes del crimen. Además, el inmueble tenía cámaras de seguridad que ya fueron incautadas para analizar los últimos movimientos de la familia.

La División de Investigación Criminal (Divincri) de Tacna lidera las diligencias en coordinación con las autoridades chilenas. Las pericias toxicológicas y el contenido de la nota hallada serán claves para reconstruir los últimos momentos de Emma y esclarecer qué la llevó a cometer el brutal acto.

Los cuerpos, que presentaban entre 10 y 20 días de descomposición, fueron trasladados a la morgue de Tacna. Mientras tanto, las autoridades chilenas ya confirmaron la identidad de la mujer y del hombre, pero aún esperan resultados de ADN para verificar si la menor era realmente hija de ambos.

El caso ha conmocionado a la población tacneña por su crudeza y por el giro que tomó la investigación. Lo que al inicio parecía un asesinato múltiple se convirtió en una historia de horror familiar marcada por la clandestinidad, el pasado criminal y un desenlace que pocos imaginaban.

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