
Lo que comenzó como una faena de pesca rutinaria desde el puerto de Pucusana terminó convirtiéndose en una travesía angustiante que duró casi dos meses. Cinco tripulantes de la embarcación “Mi Juanita” fueron reportados como desaparecidos en altamar y, tras 55 días de incertidumbre, este miércoles 7 de mayo fueron hallados con vida en aguas de Ecuador.
Los pescadores Vladimir González Peña (32), José Luis Albinés Mendoza (52), José Gabriel Albines Machacuay (31), el ciudadano colombiano Johnny Isaza García López y un quinto tripulante aún no identificado; fueron encontrados a bordo del mismo bote en el que partieron, navegando con una vela improvisada.
Una larga espera sin respuestas
La última señal que se tuvo del grupo fue el 19 de marzo, una semana después de zarpar. En ese momento, lograron enviar un mensaje advirtiendo fallas mecánicas en el motor y señalando que estaban a la espera de ayuda. Desde entonces, el silencio se volvió absoluto.
Preocupados por la inacción estatal, los familiares acudieron a diversas instituciones en busca de apoyo: Capitanía del Puerto del Callao, Gobierno Regional del Callao, Marina de Guerra y Ministerio de Defensa. Sin embargo, según sus testimonios, nunca recibieron una respuesta efectiva.
Jossimar, hermano de uno de los desaparecidos, relató que incluso realizó búsquedas por su cuenta. “He hecho más que la Marina”, declaró con indignación, tras navegar cientos de millas náuticas en un intento desesperado por dar con el paradero de los suyos.

La presión de los familiares y el hallazgo en Ecuador
Mientras el Estado mantenía una respuesta lenta y burocrática, las familias no cesaron en sus esfuerzos. Muchas esposas, hijos y nietos protestaron en Pucusana y exigieron que se ejecutaran operativos reales. Incluso pescadores de la zona suspendieron sus faenas en señal de protesta, exigiendo acciones concretas del Gobierno.
Finalmente, fue una patrulla ecuatoriana la que localizó la embarcación a la deriva. Los cinco hombres habían sobrevivido gracias a su ingenio y a la improvisación de una vela para continuar desplazándose.
El siguiente paso: traerlos a casa
Aunque se confirmó que los pescadores están con vida, sus familias aún no pueden respirar aliviadas. Ahora el pedido urgente es que se agilicen los trámites para su repatriación. “Queremos que los traigan, que no se olviden de ellos otra vez”, expresó una de las esposas en medio de la emoción por haberlos visto a través de una videollamada.
El reencuentro virtual con sus seres queridos fue conmovedor, pero no suficiente. En Pucusana, sus familias siguen esperando que el Estado actúe con celeridad y compromiso. Lo vivido por estos cinco pescadores no solo evidenció la falta de recursos de búsqueda, sino también una gran deuda del sistema con quienes se ganan la vida en el mar.

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