En el pueblo de San José de la provincia de Pacasmayo, en La Libertad, vive Sorina Vigo, quien hace pocos días logró vencer al COVID-19 tras estar internada durante 12 días. Sus rezos por la gran fe en Dios y el cariño por su familia hizo que esta mujer de 64 años luche día a día contra el letal virus y abandone el nosocomio el mismo día de su cumpleaños.
Ella cuenta que el mes pasado comenzó a sentirse mal durante dos semanas y no sentía sus fuerzas. A estos malestares también se le sumó la pérdida de apetito, agotamiento y tos seca. Por ello, el 24 de mayo le pide a su hijo que la llevara al hospital Tomás Lafora, en el distrito de Guadalupe, para ser atendida, pues, el malestar era insoportable quedando internada y donde le confirmaron que padecía de coronavirus.
“Recibí la noticia tranquila, siempre pidiendo a Dios. Como él me había dado esa prueba, él también me la iba a quitar. Dios por sobre todas cosas”, señala Sorina Vigo.
Comenta que durante su internamiento recibía la asistencia de las enfermeras, quienes le suministraban de suero, oxígeno, medicinas y ampollas. El cariño fue tanto hacia Sorina que no querían que abandone el hospital. “Nunca en mi vida he sido intervenida en esas cosas, aparte que siempre he sido una madre fuerte y al verme allí solamente paraba rezando pidiendo a Dios que me de fuerzas para comer”, sostiene.
“Cuando un persona moría (en el hospital) lo único que hacía era rezar, pedirle a Dios por ellos (…) No tenía miedo, y decía: de esta cama me tengo que levantar porque mucho quiero a mi familia, tengo hijos, cinco nietos. Tengo que levantarme porque todavía tengo para rato. Mis hijos son jóvenes y así superé todo”, manifiesta.
Sorina Vigo también extraña vender su mazamorra y su arroz con leche por las calles de San José, esto lo hacía para sacar adelante a su familia y recaudar dinero para mejorar su casa, la cual según indica desde hace un año atrás viene derrumbándose.
“Extraño bastante vender mi mazamorra y arroz con leche, dejé de vender cuando empezó lo de la pandemia, me sentía triste, no caía dinero, pero poco a poco lo fui superando. Quisiera trabajar porque mi casita ha comenzado a caerse”, señala con voz entrecortada.
Vigo también agradeció el apoyo del municipio que le entregó una canasta de víveres, pero asegura no haber recibido ningún tipo de bono entregado por el Gobierno, pero con el apoyo de su familia ahora vive la situación con un mejor optimismo. “Me siento bastante bien, me siento al menos de 40 años”, finalizó con mucho optimismo.