Lima (EFE). La COVID-19 logró lo que no pudieron hacer años de presión animalista: por primera vez en 74 años se suspenderá la feria taurina del Señor de los Milagros, la mayor de América Latina, ya que la plaza de Acho, su principal escenario, ha sido reconvertido en refugio para personas desamparadas en Lima.
Acho, el coso taurino más antiguo de América y uno de los más antiguos del mundo (1766), no recibirá este año a ninguna de las épicas figuras del toreo que desde 1946 han pisado, ininterrumpidamente, su arena en los meses de octubre y noviembre, y seguirá albergando “La Casa de Todos”, un hogar municipal para proteger de la COVID-19 a personas en situación de calle.
Con los espectáculos públicos aún prohibidos y sin vuelos internacionales, así como con severas restricciones sanitarias y una cada vez mayor presión social y política sobre el mundo taurino en Perú, la suspensión de la feria ha caído como un jarro de agua fría entre los aficionados limeños.
Pero también se ha convertido en un acontecimiento “emblemático” para los defensores de los animales, que durante años han peleado por poner fin a la tauromaquia en el país.
Cambio generacional
Para Luis Berrospi, el representante de la Red Internacional Antitauromaquia en Perú, que la feria del Señor de los Milagros se suspenda es importante por su valor simbólico, pues “Acho es el recinto principal de la actividad” taurina en el país y ahora, reconvertido en albergue, es ‘un recinto donde se manifiesta la solidaridad entre los ciudadanos’"
“No veremos toros, sino a la plaza convertida en el albergue donde se brinda ayuda a las personas sin hogar... En este contexto es importante y suma en esta causa para terminar con el espectáculo de la muerte animal”, afirmó a Efe el activista antitaurino.
Frustrados, no acabados
Para los aficionados, la suspensión de la feria que por unos meses hacía de Lima el centro del mundo del toreo, con matadores de la talla de Luis Miguel Dominguín, Curro Romero, Manuel Benítez “El Codobés” o, más recientemente, Andrés Roca Rey, limeño e ídolo de local, la reacción ha sido de “frustración”.
“Esta feria se espera con mucha ansiedad. Las corridas de Acho tienen nombre y tradición, y son las más esperadas. Es una desilusión grande, pero es la situación que se da y hay que afrontarla. No hay espectáculos con público, y los toros son un espectáculo en donde el aficionado forma parte esencial del mismo. No hay opción”, dijo a Efe Jaime de Rivero, cronista taurino y miembro de varias peñas de la capital peruana.
“El toreo tiene más de 300 años en Perú, un año no hará daño a una tradición cultural. Ya en otras épocas hubo cierres, un año no debería mellar nada”, consideró.
Fuente: EFE