A unos 419 kilómetros al sur de Lima se encuentra la iglesia de San Javier, en el distrito de El Ingenio, provincia de Nasca, departamento de Ica. Este templo religioso, construido en el siglo XVIII, ha soportado más de cinco terremotos. Hoy pese a que su estructura se encuentra a duras penas de pie, luce bastante deteriorada y está a punto de colapsar.
Hace pocos días tuve la dicha, y digo dicha porque es toda una felicidad ir a la tierra de mis abuelos y donde pasé los mejores años de mi vida, mi niñez, de viajar por enésima vez a este bendito lugar.
Llegué de madrugada, con algunos familiares, al kilómetro 419 de la panamericana sur y de inmediato localicé, al margen izquierdo, la entrada de ‘Cruz Blanca’, llamada así por su enorme cruz del mismo color que los lugareños hicieron en el cerro para identificar el ingreso (paradero levantado prácticamente en medio del desierto) a la hacienda San Javier.
Antes el camino era de trocha y a duras penas se podía caminar. Pero desde hace algunos años han hecho carretera que va hasta el distrito de Changuillo y zonas muy alejadas.
Ya instalada en la hacienda San Javier lo primero que hice fue ingresar a la casa de mis abuelos Enriqueta Gómez y Nicolás Funes (ambos ya fallecidos) y la nostalgia me invadió por completo. Me tragué mis lágrimas, claro sin que nadie se diera cuenta, y nos fuimos a la Iglesia de San Javier. Caminamos algunos minutos, por un tramo de piedras y espinas, hasta que vimos, primero una de las torres y luego la iglesia en todo su esplendor. Ese monumento religioso que vi desde niña, ya no estaba igual. Lucía muy desmejorado.
Conservaba todo el contorno, con sus dos torres incluidas, pero ya no tenía techo. Las paredes estaban quebradas (a punto de colapsar), pintarrajeadas con grafitis, telarañas e incalculables nidos de insectos y aves, hacen que se vea mucho peor de lo que está. A duras penas se notaban algunas esculturas (del siglo XVII) que aún conservan su belleza y color original.
La iglesia tiene tres sectores, el vestíbulo de ingreso bajo el coro, la zona de reunión y el presbiterio. En este último lugar se encuentra la cripta (está situada debajo del altar) a la que se ingresa por un escalera en una especie de túnel subterráneo en donde se encuentran los nichos, un crematorio en el centro y una ventana al exterior que la ventila e ilumina.
Al lado del presbiterio hay dos recintos. Uno es la sacristía, donde está la cúpula, en la que se observa con nitidez, los cuatro evangelios.
Lo más sobresaliente y que me llamó la atención es que en el frontis hay 25 mascarones (rostros) de guerreros afronasqueños lo que expresa el marcado sincretismo en la ornamentación de la iglesia.
En el año 2010, la iglesia de San Javier y San José, esta última construida también con un estilo barroco peruano con influencia de los artesanos de los pueblos originarios de la época, y que está ubicada a solo cuatro kilómetros de distancia, ambas pertenecientes al distrito de El Ingenio, fueron incorporadas a la lista de monumentos valiosos que están en riesgo en todo el planeta, producida por la Fundación Mundial de Monumentos (WMF). Esta lista bianual busca llamar la atención internacional sobre aquel patrimonio cultural que está en peligro debido a las fuerzas de la naturaleza y al impacto de cambios sociales, políticos y económicos.
“Las iglesias jesuitas de San José y San Javier tienen necesidad de planes integrales de conservación, gestión y visita para asegurar su supervivencia para futuras generaciones”, tomado del informe Wold Monument Fund, año 2010.