
Todo hombre que lucha es importante y quien lo hace a diario es imprescindible. La afirmación, que pertenece al genial escritor alemán Bertolt Bretch, encaja perfectamente en la vida de Daniel Raygada. Hace dos años llegó a Ica a cumplir una responsabilidad laboral y terminó quedándose. Una historia donde se juntan solidaridad, sensibilidad social y ganas de ayudar.
Daniel, cómo fue tu adolescencia
Vivía en San Borja, teníamos comodidades, pero en el primer gobierno de Alan García afectó nuestra economía y había que trabajar.
¿Dónde empezaste?
Era un niño que en sus vacaciones siempre hacía ‘cachuelos’ y de joven, me introduje al mudo de los artículos de limpieza.
Continúa
También estudié en la escuela de la FAP para ser oficial, pero no me gradué. Un año antes de culminar la carrera decidí pedir mi baja.
Sigue por favor
Decidí hacer mi empresa de limpieza y a la par practicaba boxeo.
¿Cómo te fue en el deporte?
Salí campeón nacional.
¿Cuál fue el premio?
Una refrigeradora.
¿Por qué no seguiste?
Debía levantarme a las 5 de la mañana y se me complicaba todo.
¿Y la empresa?
Me llamaron de una Municipalidad y cambié de rubro. Mi empresa empezó a dar múltiples servicios y nos contrataron de Ica para hacer trabajos de pintura en un colegio.
¿Qué encontraste?
Vi que los niños se quedaban dormidos en el aula. Y cuando pregunté a un profesor, me respondió que era porque llegaban sin desayunar.
¿Cómo reaccionaste?
De inmediato dije: los chicos tienen anemia, les llevaré sangre vacuna.
¿Funcionó?
Para nada.
¿Entonces?
Regresé al día siguiente con mazamorra morada y con sangre en su preparación.
¿Les gustó?
Sí. Pero surgió un problema.
¿Cuál?
Los demás salones querían mi mazamorra con hierro.
No podías negarte
Claro que no y ahí surgió mi primer premio.
¿Cuál fue?
Bajó el índice de anemia. Los chicos estaban despiertos y atentos en su clase.
Eso es muy bueno
Mi fama creció y de los caseríos empezaron a buscarme
¿Los apoyaste?
Me sentí en la obligación de hacerlo y empecé a buscar recursos.
¿Cuáles?
Ya no me alcanzaba el dinero, entonces visitaba los camales y pedían me regalen la sangre y como ya me conocían, en los mercados las señoras me regalaban maíz.
¿Cubrías las expectativas?
Sí, pero un día llegando a hacer las entregas de desayuno, uno poblador me pidió pan. Fue entonces que decidí darle 2 chancay a cada uno.
Más gastos
Pero estaba feliz. Un día me dieron el elogio más hermoso de mi vida.
¿Cuál?
Yo llegaba con todos los desayunos y un poblador gritó: ‘Ahí llega nuestro ángel’
¿Cómo te está yendo?
No me da la economía, es mucha gente que debo apoyar y ahora llevo desayunos dejando un día. Ojalá aparezcan personas que deseen apoyar.
¿Te quedaste a vivir en Ica?
Yo regresaba los viernes para estar con mi familia sábados y domingos, pero se hace imposible porque hay que preparar todo para empezar el lunes con la entrega de desayunos.
Te siento feliz
Es lindo saber que del 44 por ciento de anemia que sufría la población, se ha bajado al 33.
Eres un tipo solidario
Me encanta proteger a los desprotegidos.
¿Cuál es tu preocupación?
Me apena cuando me llaman y no puedo cumplirles, por eso quiero que más personas se unan a esta causa.










