¡Atención! En caso de ser testigo de una situación de acoso sexual dentro de una unidad de transporte público, debes avisar de inmediato al conductor, cobrador o miembro de la tripulación. ¡No te quedes callado!

Al tomar conocimiento de la agresión, el conductor o el cobrador debe ubicar a la víctima lejos de la persona agresora y llamar de inmediato a la línea 105 de la Policía Nacional del Perú () para dar aviso de lo sucedido.

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Luego, el chofer tiene que dirigir su vehículo al punto de control policial más cercano o aproximarse a un inspector de transporte, fiscalizador o personal de Serenazgo si se encuentra dentro de Lima o Callao. En provincias dará cuenta a la PNP o a un inspector de la Sutran.

Cuando encuentre a algunos de esos representantes de la autoridad, el conductor detendrá el vehículo para que estos se hagan cargo de la agresión. Si la persona que interviene es un oficial policial, se procede a la detención inmediata del agresor y a tomar los datos de la víctima y los testigos.

Así lo establece el protocolo de Atención ante Actos de Acoso en el Transporte Terrestre de Personas que elaboró el Ministerio de Transportes y Comunicaciones () con el objetivo de otorgar condiciones de seguridad para los pasajeros y dar una atención adecuada a las víctimas de un ataque sexual.

SEGURIDAD

La aplicación del protocolo garantizará a los usuarios seguridad durante la prestación del servicio de transporte. Si deseas conocerlo a detalle puedes descargarlo en el enlace: .

Cabe anotar que, el Código Penal sanciona al victimario del acoso con penas privativas de la libertad entre dos a quince años. Es importante recordar que siete de cada diez mujeres en el Perú son víctimas de acoso sexual en el transporte público, según un estudio realizado por la Cooperación Alemana al Desarrollo.

El informe también precisa que lo más recurrentes son los tocamientos indebidos con un 65%, en menor medida los piropos o acosos verbales con 20% y las miradas incómodas con 11%.

El acoso sexual es un delito que muchas veces se pasa por alto, olvidando las enormes consecuencias que tiene en la vida de las víctimas, quienes callan por temor, desconocimiento, no saber a quién acudir, ni qué camino tomar; una cadena de silencios que debe romperse desde casa.

“La pandemia no ha terminado con el acoso, por el contrario, lo ha exacerbado, sobre todo a través de soportes tecnológicos”, sostuvo Elva Ccanahuaray, psicóloga del Programa Aurora del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables.

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