
Gisela Castillo Labán (37) trabajó toda su vida en el área administrativa de algunas universidades del país, hasta que un año después del inicio de la pandemia decidió renunciar a su último empleo como dependiente y abrió su bodeguita ‘Economix’, en Miraflores.
“Pedí un préstamo al banco y con ese dinero levanté el negocio. Empecé con poquitas cosas, solo alimentos de primera necesidad. Reinvertí las ganancias y fui abasteciendo mi bodega. Ahora tenemos de todo: abarrotes, golosinas, congelados, licores, especería, frutas, verduras, pan y ofrecemos el servicio de impresión y fotocopias”, agrega.
Gisela explica que llamó ‘Economix’ a su bodega porque tienen precios justos y accesibles.
“El espacio es reducido, casi 20 metros cuadrados, pero como sea entra todo. Una bodega tiene que estar bien surtida porque si no, los clientes se van a la competencia. Y no queremos eso”, indica.
Para la comerciante, una buena bodeguera o bodeguero debe aprender a lidiar con todo tipo de clientes, mostrar su mejor sonrisa y estar dispuesto a resolver todas sus dudas.
“No importa si estás en tu peor día, nosotros nos debemos a los clientes y tenemos que tratarlos lo mejor posible”, comenta.
PROMOCIONES
Para engreír a sus ‘caseros’ arma promociones y ofertas con los productos que menos salen.
“Tengo canastas con abarrotes que sorteamos en días festivos; por ejemplo, ya estamos listos para el Día del padre. Y cuando tengo frutas maduritas las regalo a mis clientes más fieles, sobre todo abuelitos y niños”, dice.
SEGURIDAD
Aunque hasta el momento su negocio no ha sido objeto de la delincuencia, Gisela prefiere tomar precauciones y tiene cámaras de videovigilancia y monitorea su local a través del celular. Además, abre y cierra la tienda acompañada, y evita tener grandes cantidades de efectivo en caja.










