El 26 de enero de 1983, hace exactamente 40 años, el Perú vivió una de las páginas más negras de su historia, cuando ocho periodistas, un guía y un comunero fueron asesinados salvajemente por un grupo de pobladores de una localidad de que los confundieron con miembros de , en la llamada Masacre de Uchuraccay. Eran los primeros años de una sangrienta lucha contra el terrorismo que dejó una gran huella en nuestro país.

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Días antes, un comando de ‘sinchis’, que era cuerpo antiterrorista de la ya extinta Guardia Civil, les había inculcado a los campesinos que matasen a todos los que llegaban a pie porque ellos siempre lo harían por aire, en helicópteros. Y así lo hicieron, linchando a los hombres de prensa Eduardo de la Piniella (El Diario de Marka), Pedro Sánchez (El Diario de Marka), Félix Gavilán (El Diario de Marka), Willy Retto (El Observador), Jorge Luis Mendívil (El Observador), Jorge Sedano (La República), Amador García (Oiga) y Octavio Infante (Noticias de Ayacucho); al guía e intérprete Juan Argumedo; y al poblador Severino Huáscar Morales, quien intentó evitar el asesinato de Argumedo.

ANTECEDENTES

Por su ubicación, en plena región de la puna y cercana a lugares inhóspitos de la ceja de selva, y a las faldas de un nevado, Uchucraccay era importante para Sendero Luminoso, pues consideraban que era un lugar para esconderse y sentar una base, por lo que desde 1981 empezaron a infiltrarse en la zona.

No todos los pobladores estuvieron de acuerdo con el adoctrinamiento senderista y empezaron los primeros conflictos. Los terroristas asesinaron al líder comunal Alejandro Huamán de un tiro en la cabeza y los campesinos reaccionaron linchando a cinco dirigentes senderistas.

En la cercana Huaychao, los comuneros de esa localidad dieron muerte a “siete terroristas”, el 23 de enero de 1983, lo cual fue aplaudido incluso por el entonces presidente Fernando Belaúnde Terry, que reconoció ese acto como de “valor” y “patriotismo”.

Hacia allá se dirigían los ocho periodistas y sus guías, cuando encontraron la muerte en Uchuraccay, el 26 de enero de 1983.

LA MASACRE

El 30 de enero de 1983 se realizó la exhumación de los cuerpos. (Foto: GEC Archivo Histórico)
El 30 de enero de 1983 se realizó la exhumación de los cuerpos. (Foto: GEC Archivo Histórico)

Tras enterarse de la muerte de los senderistas en Huaychao, los periodistas, muchos llegados de Lima, decidieron ir a ese poblado, ubicado a 8km de Uchuraccay. Al amanecer del 26 de enero, salieron juntos desde Huamanga. Tras llegar en auto hasta Yanaorco, donde tomaron desayuno, siguieron caminando hacia la localidad de Chacabamba, donde recogieron a su guía, Juan Argumedo García, quien era medio hermano de Octavio Infante García, reportero de Noticias de Ayacucho.

Argumedo, que era un poblador de la zona, había sido testigo de la violencia que generaban el temor a las incursiones de Sendero Luminoso más la presencia de los militares, por lo que se negó a llevarlos más allá del cerro Huachhuaccasa, muy cerca de Uchuraccay.

Argumedo los siguió con la vista desde las alturas y desde ahí observó como, tras una breve discusión en la que los periodistas (solo tres hablaban quechua) trataban de explicar que no eran terroristas, los visitantes fueron atacados por los comuneros, que se encontraban esperando una represalia de Sendero por lo ocurrido días atrás en Huaychao.

Con el recuerdo del consejo que habían recibido de los ‘sinchis’, los lugareños atacaron a los indefensos hombres de prensa con piedras, ondas, hachas y cuchillos hasta que los masacraron.

Horrorizado, Argumedo trato de escapar en una mula, pero fue capturado cuando bajaba del cerro y también fue ejecutado, quizás para callarlo pus él les habría explicado que efectivamente se trataba de periodistas, al igual que el comunero Severino Huáscar Morales Ccente, quien habría tratado de impedir la muerte de su amigo Argumedo y a quien los comuneros acusaron de ser simpatizante de Sendero.

La matanza fue cruel y no duró más que treinta minutos. Esa misma noche mataron al guía Juan Argumedo y a Severino Huáscar Morales. A este último, por su vínculo con el PCP Sendero Luminoso, lo responsabilizaron por defender a los periodistas y al guía, acusándolo de haberlos traído en abierto desacato a las decisiones adoptadas por la comunidad”, dice el informe de la Comisión de la Verdad.

Los campesinos estaban seguros de que habían dado muerte a miembros del PCP SL, por eso mismo los sepultaron fuera del cementerio y sin velatorio… los cuerpos de los periodistas fueron depositados muy cerca de la plaza, a solo 200 metros, sin ningún afán de ocultamiento” añade el documento.

CONSECUENCIAS

El domingo 30 de enero de 1983, tras una denuncia de los familiares de Argumedo, los cuerpos fueron exhumados. Los comuneros trataron de justificar su crimen afirmando que los periodistas llevaban “una bandera roja”, lo cual después se demostró que era falso, y que también confundieron sus cámaras fotográficas con armas.

El 9 de marzo de 1987, un Tribunal Especial condenó a tres de los comuneros a diversas penas carcelarias: Dionisio Morales Pérez (10 años), Mariano Ccasani Gonzáles (8 años) y Simeón Auccatoma Quispe (6 años).

Un mes antes 135 lugareños de Uchuraccay, entre ellos 57 mujeres, fueron masacrados por Sendero Luminoso en represalia por las muertes de los periodistas, que ellos entendieron como un ataque que iba dirigido a ellos.

En 1984, la Comisión Investigadora, presidida por el escritor Mario Vargas Llosa, entregó su informe final, excluyendo de cualquier responsabilidad directa a las Fuerzas Armadas y Policiales, al comprobar que la incitación militar no fue sistemática ni parte de una política implementada por el Comando Político Militar.

En mayo de 1983 se hallaron los rollos fotográficos de Willy Retto, uno de los periodistas asesinados y padre de la conductora Alicia Retto. En ellos se encontraron “nueve fotos que captan los momentos previos a la matanza”, según la Comisión de la Verdad de 2003.

Una de las fotografías halladas de Willy Retto, momentos antes de la masacre.
Una de las fotografías halladas de Willy Retto, momentos antes de la masacre.

“El registro fotográfico de Retto fue crucial para ver el escenario en que se movieron las víctimas aún con vida, y sirvió además como testimonio y prueba objetiva de que los periodistas sí intentaron dialogar y decir a los comuneros que eran gente de prensa y nada más. La Comisión Investigadora de Vargas Llosa concluyó que los comuneros, entre exasperados y temerosos, no quisieron escucharlos porque estaban convencidos de que eran terroristas, que llegaban allí para reprimirlos”, dice un reportaje de El Comercio.

Uchuraccay se convirtió luego en un pueblo fantasma hasta que con los años volvió poco a poco a ser poblado. Hoy cuenta con alrededor de 3 mil habitantes y es considerado el distrito más pobre del país, según cifras de INEI.

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Dicen que hay que conocer nuestro pasado para entender nuestro presente y recordar historias como esta esperemos que nos ayude a que nunca se repitan.

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