En un acantilado de La Libertad, en Perú, a pocos metros del océano Pacífico y de la ciudad precolombina de barro más grande de Latinoamérica, un grupo de investigadores descubrió evidencia de lo que podría ser el mayor sacrificio humano de menores de edad en el continente y el mundo.
Así lo confirmó Gabriel Prieto, profesor peruano de arqueología de la Universidad Nacional de Trujillo, quien lidera el proyecto junto al antropólogo físico estadounidense John Verano, de la Universidad de Tulane.
La noticia del hallazgo de los restos humanos de 140 niños de entre 5 y 14 años y 200 llamas menores de nueve meses fue reportada el jueves por primera vez por National Geographic, que financia la investigación. Las excavaciones se realizaron entre 2011 y 2016 en una barriada de pescadores cerca de la playa Huanchaco, frecuentada por surfistas internacionales.
Prieto relató que a partir de lo investigado, el sacrificio de los niños podría haber ocurrido durante la presencia del fenómeno de El Niño, caracterizado por el calentamiento de las aguas del océano que provocan potentes lluvias, desbordes de ríos e inundaciones. Se han documentado evidencias de su paso incluso 1,500 años antes de Cristo precisamente en los valles costeros de la actual zona norte de Perú.
"Entonces en ese contexto, como un método de apaciguar a los dioses se decide llevar (a los niños) en procesión desde la ciudad de barro de Chan Chan, a 1,5 km de distancia, hasta este lugar abierto que era un lugar bastante público junto al mar y es muy intencional que se haga el sacrificio en este lugar abierto posiblemente a una divinidad del mar", dijo Prieto.
Los investigadores sometieron a los restos óseos a más de 20 pruebas de radiocarbono y "todos los fechados son bastante consistentes entre los años 1400 y 1450", añadió el peruano.
El suceso ocurrió en una zona de influencia del Imperio Chimú, que dominaba casi la mitad de la costa del actual Perú y que ese mismo siglo fue conquistado por el Imperio Inca.
Los arqueólogos han encontrado huellas de niños sobre el barro que llevan hasta el lugar de su muerte, así como de los adultos que los llevaron, de las llamas que fueron sacrificadas y de perros que acompañaron esta marcha hacia el lugar del sacrificio pero que no perecieron.
Los niños asesinados quedaron enterrados mirando al mar, mientras las llamas en dirección opuesta hacia los Andes.
El antropólogo John Verano analizó las osamentas de los niños y halló un patrón: tenían un corte en el esternón realizado probablemente con un cuchillo ceremonial de metal. Si hubiesen sobrevivido, "el hueso se hubiese regenerado, pero no ocurrió. Se halló el corte y la muerte. Es una muestra que los niños fueron sacrificados", dijo Prieto.
Los rostros de los niños fueron untados con una sustancia roja que contenía cinabrio —mineral compuesto de azufre y mercurio— y tras cortarles el esternón les abrieron la caja torácica posiblemente para extraerles el corazón.
Los científicos seguirán tratando de definir por qué fueron sacrificados los niños, pero mientras hallan una respuesta concreta se seguirá atribuyendo a las lluvias.
De acuerdo a los investigadores, han sido reportados otros casos de sacrificios humanos de niños en México, la antigua ciudad de Cartago e incluso en los glaciares de los Andes, pero ninguno de esta magnitud.
Prieto afirma que el hallazgo ocurrido en una barriada de la costa norte peruana demuestra que un sitio arqueológico no tiene que ser espectacular como Machu Picchu o las líneas de Nazca para mostrar el potencial que tienen para redescubrir la historia del Perú y de la humanidad.
"Este sitio rodeado de casas en una duna de arena nos puede contar uno de los episodios más macabros y al mismo tiempo más oscuros de nuestra historia, pero que es parte de nuestra herencia cultural", dijo.
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