Como una buena medida contra la violencia fue calificada la norma que sanciona con cárcel el acoso, y acoso sexual, además del chantaje sexual y la difusión de imágenes o materiales con ese contenido. Sin embargo, en las calles surgen interrogantes por su aplicación.
“Es buen avance y llena en parte el vacío legal, pero necesita ‘pulirse’ para que sea debidamente aplicado. No se trata solo de implementar leyes, sino de capacitar a los operadores de justicia (policías, fiscales y jueces)”, dijo el doctor Álvaro Peláez, abogado penalista.
Las pruebas pueden ser difíciles de obtener y habrá discrepancias porque falta mejor definición de a qué se denomina acoso y a qué hostigamiento.
“Depende mucho del nivel cultural, costumbres de cada persona y efecto que pueda causar. Un piropo, decir ‘qué guapa estás’, un silbido, puede resultar detestable incluso en el entorno laboral y a otros no les molesta”, indicó.
Hay denuncias que parten de venganza, anticuerpos, hasta delirios de persecución. “Se necesitan mayores elementos de prueba. Para emitir sentencia debe haber certeza. No solo declaración, sino testigos, pericia psicológica de la persona que se siente acosada y del presunto acosador”.
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