Típica figura de la trilogía “sexo, drogas y rock and roll”, Ian “Lemmy” Kilmister, que falleció de cáncer el lunes a los 70 años, fue un pionero del heavy metal, admirado e imitado por los grandes del rock.
Invariablemente vestido de negro, desde sus botas hasta su sombrero de vaquero, con el pelo largo e imponentes patillas, el músico se había convertido en un ícono cuya notoriedad superaba el círculo de los amantes del rock.
Aunque sus problemas de salud le obligaron a dejar el whisky por el vodka --con naranja, según Lemmy Kilmister algo menos nocivo para la diabetes-- sus excesos eran tan famosos que la cuestión de su muerte era recurrente en muchas de sus entrevistas.
“Aparentemente, soy indestructible”, decía en agosto pasado a The Guardian con motivo de la publicación de su 22º álbum con Motörhead, “Bad Magic”.
Lemmy Kilmister se había tatuado su divisa en el brazo, todo un resumen de su vida: “Born to loose, live to win” (“nacido para perder, vivo para ganar”).
Su padre, excapellán del ejército británico, abandonó a la madre poco después de su nacimiento el 24 de diciembre de 1945 en Stoke-on-Trent (centro de Inglaterra).
Lemmy Kilmister fue hijo único y solitario, se crió en la isla de Anglesey, en el extremo norte de Gales, donde se ganó el apodo de “Lemmy”.
Más apasionado por los caballos, las chicas y la guitarra que por los estudios, Lemmy Kilmister trabajó en una fábrica antes de probar suerte en Londres, en plena emergencia de la contracultura.
Lemmy Kilmister fue ayudante de Jimi Hendrix, integra en 1971 el grupo de space-rock Hawkwind como cantante y bajista. Cuatro años más tarde, es detenido en plena gira canadiense por posesión de anfetaminas y eso le cuesta el puesto.
De regreso a Londres, Lemmy Kilmister decide fundar su propia banda, que quiere “rápida y viciosa como el MC5”, pionero del punk norteamericano.
Tras pensar en ponerle “Bastard”, Lemmy Kilmister opta por el título de la última canción que escribió para Hawkwind: “Motörhead”, término que designa a los consumidores de “speed” (en jerga urbana anfetaminas, metanfetaminas y similares).
En momentos en que el punk comienza a desplazar a la corriente dominante de rock progresivo, Motörhead tocaba más rápido y fuerte que el resto. Los álbumes “Ace of Spades” (1980, grabado en estudio), y “No Sleep ‘til Hammersmith” (1981, en vivo) consolidan a la banda como uno de los grandes del hard-rock.
A pesar de la alta rotatividad de sus miembros, (Lemmy Kilmister era el único sobreviviente de la banda original), el sonido se mantuvo sin evolucionar en las décadas siguientes.
Aunque inspiró a muchos adeptos del heavy-metal --y en primer lugar a Metallica--, Lemmy Kilmister consideraba que el género era demasiado reductor y aseguraba que sus melodías tenían sus raíces en el rock de Little Richard y Chuck Berry.
Los temas de Motörhead abordaban a menudo las obsesiones tradicionales del género: motos de alta cilindrada, fans, odio a la autoridad y aspiración al infierno.
Pero Lemmy Kilmister también fue un hombre que gustaba debatir temas de sociedad y un apasionado de la historia, en particular de las dos guerras mundiales.
Lemmy Kilmister era conocido por coleccionar recuerdos del Tercer Reich, que acumulaba en su apartamento de West Hollywood. Su pasión despertaba a menudo polémica, aunque aseguraba no ser admirador del nazismo.
Este hombre que se jactaba de sus cientos de conquistas amorosas, dejó un hijo, Paul.
Típica figura de la trilogía “sexo, drogas y rock and roll”, Ian “Lemmy” Kilmister, que falleció de cáncer el lunes a los 70 años, fue un pionero del heavy metal, admirado e imitado por los grandes del rock.
Invariablemente vestido de negro, desde sus botas hasta su sombrero de vaquero, con el pelo largo e imponentes patillas, el músico se había convertido en un ícono cuya notoriedad superaba el círculo de los amantes del rock.
Aunque sus problemas de salud le obligaron a dejar el whisky por el vodka --con naranja, según Lemmy Kilmister algo menos nocivo para la diabetes-- sus excesos eran tan famosos que la cuestión de su muerte era recurrente en muchas de sus entrevistas.
“Aparentemente, soy indestructible”, decía en agosto pasado a The Guardian con motivo de la publicación de su 22º álbum con Motörhead, “Bad Magic”.
Lemmy Kilmister se había tatuado su divisa en el brazo, todo un resumen de su vida: “Born to loose, live to win” (“nacido para perder, vivo para ganar”).
Su padre, excapellán del ejército británico, abandonó a la madre poco después de su nacimiento el 24 de diciembre de 1945 en Stoke-on-Trent (centro de Inglaterra).
Lemmy Kilmister fue hijo único y solitario, se crió en la isla de Anglesey, en el extremo norte de Gales, donde se ganó el apodo de “Lemmy”.
Más apasionado por los caballos, las chicas y la guitarra que por los estudios, Lemmy Kilmister trabajó en una fábrica antes de probar suerte en Londres, en plena emergencia de la contracultura.
Lemmy Kilmister fue ayudante de Jimi Hendrix, integra en 1971 el grupo de space-rock Hawkwind como cantante y bajista. Cuatro años más tarde, es detenido en plena gira canadiense por posesión de anfetaminas y eso le cuesta el puesto.
De regreso a Londres, Lemmy Kilmister decide fundar su propia banda, que quiere “rápida y viciosa como el MC5”, pionero del punk norteamericano.
Tras pensar en ponerle “Bastard”, Lemmy Kilmister opta por el título de la última canción que escribió para Hawkwind: “Motörhead”, término que designa a los consumidores de “speed” (en jerga urbana anfetaminas, metanfetaminas y similares).
En momentos en que el punk comienza a desplazar a la corriente dominante de rock progresivo, Motörhead tocaba más rápido y fuerte que el resto. Los álbumes “Ace of Spades” (1980, grabado en estudio), y “No Sleep ‘til Hammersmith” (1981, en vivo) consolidan a la banda como uno de los grandes del hard-rock.
A pesar de la alta rotatividad de sus miembros, (Lemmy Kilmister era el único sobreviviente de la banda original), el sonido se mantuvo sin evolucionar en las décadas siguientes.
Aunque inspiró a muchos adeptos del heavy-metal --y en primer lugar a Metallica--, Lemmy Kilmister consideraba que el género era demasiado reductor y aseguraba que sus melodías tenían sus raíces en el rock de Little Richard y Chuck Berry.
Los temas de Motörhead abordaban a menudo las obsesiones tradicionales del género: motos de alta cilindrada, fans, odio a la autoridad y aspiración al infierno.
Pero Lemmy Kilmister también fue un hombre que gustaba debatir temas de sociedad y un apasionado de la historia, en particular de las dos guerras mundiales.
Lemmy Kilmister era conocido por coleccionar recuerdos del Tercer Reich, que acumulaba en su apartamento de West Hollywood. Su pasión despertaba a menudo polémica, aunque aseguraba no ser admirador del nazismo.
Este hombre que se jactaba de sus cientos de conquistas amorosas, dejó un hijo, Paul.