Te achoran. Te ponen tiza. Elegante. Con 100 soles en la ‘Cachina Fashion’ te pulen. Un polo Tommy Hilfiger verídico puede costar 15. Un pantalón jean Denimlab quizá 30 o menos.
Aquí caen los guapos, los ‘charlys’, la ‘batería’ que quiere, pero no tiene. O que tienen poco. Porque la elegancia es una cuestión de actitud, aunque la tela sea seminueva - o de segunda mano-. Importa cómo se lleva y cómo se luce.
Si tienes suerte encuentras tu talla, sino un poco más holgado o un poco más ajustado, no hay problema. El objetivo es aprovechar las ofertas únicas que ofrece uno de los centros comerciales más transitados y económicos de la capital.
En los 946 puestos que agrupa este emporio de 10 mil metros cuadrados, el cliente puede encontrar desde anclas para barcos, tablas de surfear, laptops, relojes de alta gama hasta cámaras fotográficas de los años 20, ceviche fresquito y sudado de cabrilla.
LA FORMALIDAD
El presidente de la junta directiva, Lorenzo Marsano, asegura que los comerciantes de la ‘Cachina Fashion’ se han reinventado. Además de invertir cinco millones de soles en su infraestructura (han levantado un moderno techo parabólico e implementado sistemas contraincendios), los socios han establecido normas rigurosas para sacudirse la mala fama. Esa fama que dice que sus productos son de dudosa procedencia.
“Aquí trabajan cientos de familias, y todos han pasado de la informalidad a la formalidad. Por ejemplo, somos rigurosos con los productos que vendemos. Si nos enteramos de que alguien está vendiendo artículos robados, nosotros mismos lo denunciamos con la policía. Es algo que no toleramos ni toleraremos. Además, aplicamos sanciones y clausura de local”, asegura enfático.
Por eso hace hincapié de manera tajante: no comercializan artículos robados, sino prendas de su propia marca o importados. Artículos originales de segundo uso y saldos que las grandes tiendas rematan.
ARGENTINA 801
“Vienes y yo mismo te armo el estilo, causita”, dice el comerciante de la tienda ‘Stevale’, quien además de emprendedor es asesor de imagen. De una te muestra polos anchos, shorts larguísimos, zapatillas, vísceras y hasta lentes, de esos que usan en la NBA, pero más ‘chihuán’. “Con 250 soles estás alharaco”, agrega.
En otro pasillo, un comerciante de objetos antiguos nos detiene: “Mire esta cámara de fotos, es de los años 20 y está intacta”. De pronto saca el objeto que atesora en su tienda. Es una cámara modelo Rodenstock que bien podría estar en algún museo, pero está en la avenida Argentina 801, Cercado de Lima, a la espera de un caza reliquias.
Así como estos objetos, también vende cuadros de pintura. Alguna vez tuvo un Gerardo Chávez, un cuadro de uno de nuestros máximos artistas plásticos contemporáneos. “Lo rematé”, recuerda sin remordimiento
MISTURITA EN LA CACHINA
Entre libros y relojes, artículos de camping, ropa deportiva y formal, perfumes, relojes, instrumentos musicales, la ‘Cachina Fashion’ también tiene un pasillo exclusivo para los paladares exigentes.
Como un huarique virgen de la popularidad, se encuentra ‘El Paisa’, un puesto de comida norteña en donde se prepara uno de los mejores ceviches y sudados de Lima. Mientras el comensal espera su plato, puede observar cómo filetean al instante el pescado fresco. Engríen al cliente con generosas porciones de chifles, canchita y chocho.
“Aquí todo se hace al instante. La preparación de los platos es al estilo norteño, porque mi hermano y yo somos de Chiclayo, de Ferreñafe. Fresco, sabroso y taypá, ¿para qué más?”, explica el chef. Las fuentes para cuatro o cinco personas van desde los 50 soles.
FORMALES Y LEGALES
Hace 20 años, los comerciantes de este conglomerado eran informales, ambulantes, ocupaban las calles, se corrían de los municipales. Hoy, se han pasado al lado de la formalidad y legalidad, como corresponde. Y bromean: “¿Para qué ir al Jockey Plaza? Si aquí tienen a la ‘Cachina Fashion’, misma calidad, precios bajos y si eres bravo, pides rebaja”.