Por Juliane Angeles (@JulianeAngeles)
Un poeta sin generación que apuesta por la libertad creativa. Un constructor de imágenes. Un poeta que pinta. Así reflexiona sobre sí mismo Juan de la Fuente Umetsu, autor de Vide Cor Tuum (Perro de Ambiente, 2017), un poema de 628 versos que empezó a escribir durante un viaje. Un texto compacto que incluye ilustraciones de la artista Ale Wendorff y tiene como símbolo la Flor, donde -en palabras del propio vate- “está presente la brevedad del poema y del haiku, pero también el Surrealismo y el terceto de Dante”.
Vide Cor Tuum nos ofrece un viaje metafísico a lo largo de sus versos, que a veces se rebelan a la circularidad del poema: La flor arde en la tarde/ El cielo estalla/ Tu corazón estalla/ Pero nunca te avergüences de tanta belleza/ Reconsidera el cielo/ Reconsidera tu visión/ Escribe el canto del primer día y el último/ Hay más palabras que silencio. Hay un respeto profundo por la palabra y el lenguaje. Estamos frente a una declaración de amor, pero también frente a un poema producto de la experiencia y la visión de un poeta importante de nuestra lírica. Vide Cor Tuum conserva lo esencial y se renueva en cada verso: “Solo la flor es eterna”. La flor es más fuerte que el fuego.
Desde tus inicios, tu poesía prefirió tomar distancia de la corriente conversacional.
Creo que uno nace con una voz que no es visible de inmediato, pero que está presente desde el nacimiento. Y lo que te va enseñando la vida es a ser consecuente con esa voz. A veces sin saber la forma en la que estás hablando hasta que llegue el momento en que la vas a escuchar. Eso es lo que me ha pasado a mí. Lo que hecho es seguir aquello que me nacía, aquello que vino conmigo. Más allá de corrientes, más allá de generaciones. Cuando a mí me preguntan de qué generación soy, yo digo que soy “un poeta degenerado”. No tengo una generación. Creo que la poesía tiene que ver con el origen y está más allá de los tiempos y el espacio. No depende de modas o corriente, sino de la autenticidad que el poeta pueda expresar a través de sus poemas.
¿Crees que la denominaciones o etiquetas en la poesía ponen en riesgo la experiencia individual?
Es bueno tener referentes a nivel académico, pero la poesía es lo contrario a lo académico, a lo retórico. Ernesto Sábato decía que la gramática y la academia encerraban a la lengua que era viva en una especie de cajón de muerto. Yo creo que así como existen las señales de tránsito en las calles, hay que respetar ciertas cosas. Pero yo apuesto por la libertad creativa, no por el libertinaje, sino por fluir lo máximo que puedas, por ser lo más libre que puedas llegar a ser, lo cual es muy difícil.
No sueles apurarte en publicar.
La poesía es como el amor, aparece sin previo aviso, se presenta nada más y hay que seguir su camino. Si hay algo que ha marcado mi vida es el respeto profundo por la palabra. Luego está la propia voz. En mi caso, la búsqueda de mi propia voz ha tardado tiempo. Y no es que no haya escrito. Yo escribo permanentemente, pero no publico permanentemente. No sé qué es lo que me hace publicar. Es una intuición de que algo bueno está ocurriendo. Es alguna luz que se ha presentado frente a mí o me ha sido dictada. El primer libro que publiqué no fue el primer libro que escribí. La vez pasada conversaba con Roger Santiváñez, y en ese momento nuestra reflexión fue que la perseverancia es lo que finalmente determina al poeta. Cuando pasas los 30 años y sigues escribiendo poesía, pasan más años y te encuentras escribiendo poesía, es cuando realmente has puesto a prueba tu capacidad de ser poeta.
José Watanabe dijo una vez: “Para escribir los poemas que escribo hay que haber aprendido a mirar”. La contemplación es también un elemento clave en tu poesía.
Él habla de la importancia del ojo. La poesía es un arte de mirar, pero en mi caso tiene que ver con un heredad oriental. Lo que me transmitió la cultura japonesa fue fundamentalmente el sentimiento japonés. Incluso más allá de nombres y hechos, era ese sentimiento y esa mirada oriental que ya vino en mi sangre. Yo descubrí la influencia japonesa en mi poesía luego de tener conciencia que tenía ascendencia japonesa. Ha sido casi natural, incluso a pesar mío. La literatura oriental da mucha importancia a la mirada. Yo tengo una tendencia a mirar a la pintura, a la construcción de imágenes. Yo pienso en imágenes. Incluso cuando conceptualizo es una sucesión de imágenes. Vide Cor Tuum es un milagro para mí. Cuando yo vi las pinturas de Ale Wendorff, yo pensaba: ‘soy un poeta que pinta’. Así como hay pintores que escriben poemas.
Has dicho anteriormente que los poemas breves te van mejor porque descubren instantes. En ese sentido, ¿Vide Cor Tuum es el inicio de una nueva etapa en tu poesía?
Decía T.S Eliot que un poema es aquello que te sucede en el momento, pero también aquello que es la suma de todo lo que has vivido. Para mí Vide Cor Tuum es eso. Además es una aparición, un dictado. Es algo que me ocurrió cuando estaba de viaje. Estaba en un lugar maravilloso, en Santa Cruz de La Palma. Me había llevado para corregir mi anterior libro (Puentes para atravesar la noche) y en el camino apareció Vide Cor Tuum como un poema de un carilla y media. Pero una carilla y media que no dejó de escribirse, tanto así que llegó a ser un poema de 65 páginas. Lo escribí en el smartphone. Creo que dentro de Vide Cor Tuum está presente la brevedad del poema y del haiku, pero también está presente el Surrealismo y el terceto de Dante. Yo diría que es un haiku grande o también una renga escrita por una sola persona.
La idea fundamental en Vide Cor Tuum es la flor. Vicente Huidobro decía: “Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas! Hacedla florecer en el poema”. Vide Cor Tuum ha logrado eso.
La flor es un símbolo tan profundo y tan delicado y tan fuerte a la vez. A veces la flor es más fuerte que el fuego incluso. Alejandra Pizarnik decía que “la rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos”. En realidad estaba hablando de que las palabras tienen que tener vida. Creo que la poesía descubrió antes una relación mayor con las cosas. Tanto así que las palabras tienen vida, pueden caminar, morir o renacer e ir más allá. Lo importante de las imágenes no es encontrarlas. Lo importante es que esas imágenes estén vivas y que cuando tú las recorras se manifiesten.
Pese a ser un poema compacto, algunos versos de Vide Cor Tuum parecen rebelarse a la unidad del texto.
Vide Cor Tuum es un poema circular, pero esa es una lectura. A veces cojo un libro, lo abro al azar y leo cualquier verso. Es hermoso cuando eso sucede. Cuando tomas un libro y recibes un mensaje. Esa es mi relación con la poesía y eso es Vide Cor Tuum.
Se ha dicho tanto sobre el amor, que algunos piensan que ya no hay más que decir, pero Vide Cor Tuum es también una declaración de amor.
Creo que el amor es lo principal. Es lo que debe reunirnos a todos los seres humanos. Cuando nos alejamos de eso, debemos regresar al amor. Del amor se ha dicho todo, bastaría leer a Shakespeare para decir ‘ya todos los temas se agotaron’, pero así como se ha declarado la muerte de la poesía muchas veces, también se ha declarado la muerte del amor muchas veces. Creo que mientras estemos vivos y tengamos sentimientos nuestra relación con el amor y la vida va a ser diferente. Mientras nazca algo nuevo, el amor se va a renovar y a la vez va a ser el mismo, va a haber un solo mar.
Vide Cor Tuum es también un poema sobre esas búsquedas a las que siempre les faltará algo.
Alguna vez Federico Fellini le dijo a un sacerdote: “Padre, soy infeliz” y el padre volteó y le dijo: “¿Quién te ha dicho que hemos venido acá para ser felices”. Yo creo que estamos en este mundo para perfeccionarnos, para ser mejores, sino estaríamos en las altas esferas. En otros niveles de energía superiores. No vamos a hallar la perfección nunca. Lo que vamos a lograr es estar más cerca de lo que queremos alcanzar porque nunca vamos a llegar a alcanzarlo. El día que lo alcancemos dejaremos de estar acá.
Pareciera que hoy en día hay una pérdida por el sentir. ¿Crees que esta época es más aniquiladora que las anteriores?
Es una época con demasiado ruido, de discursos únicos o de un discurso único. Una época de excesivo positivismo y caos.
¿Hay lugar para la poesía en ese ruido?
Yo creo que siempre hay lugar para la poesía. Es más, creo que, hoy más que nunca debe haber un lugar para la poesía. Los poetas deben comprometerse a eso. Tratemos de ver la poesía que se esconde detrás de este ruido. Creo que lo que tenemos que hacer es detenernos a mirar, escuchar y sentir. No correr. Hay momentos en que el poeta tiene que detenerse y escucharse a sí mismo. Mirar sus propias sombras y palabras. Transitar.