
Stefanny Bedoya Alejos viajó a Nepal con un objetivo claro: promocionar destinos turísticos y regresar a Barcelona, la ciudad donde reside desde hace seis años. Lo que jamás imaginó esta ciudadana peruana es que quedaría atrapada en medio de una de las peores crisis sociales y políticas que atraviesa ese país asiático en las últimas décadas. Hoy, con apenas 37 años, vive días de miedo y vulnerabilidad, sin documentos, dinero ni medicinas.
Su travesía empezó el 7 de septiembre. Apenas un día después, el hotel Hilton de Katmandú, donde se alojaba, fue incendiado por manifestantes. Allí perdió su pasaporte peruano, su DNI, sus pertenencias y hasta las medicinas que necesita para tratar la anemia que padece. “Se ha quedado literalmente con lo que llevaba puesto”, relató su hermana entre lágrimas.

Desde entonces, Stefanny sobrevive gracias a la ayuda de compañeros de viaje que la trasladaron a otro hotel, mientras afuera la capital de Nepal arde por los saqueos, incendios y enfrentamientos. “Veo por la ventana cómo la gente quema y destruye todo. Está muy nerviosa y lo único que pide es salir de ahí lo más rápido posible”, contó su madre en diálogo con RPP.
EL CAOS SE APODERÓ DE NEPAL
Las protestas comenzaron el 4 de septiembre, luego de que el gobierno decidiera bloquear 26 redes sociales, medida considerada por la población como un ataque a la libertad de expresión. El malestar escaló de inmediato. Jóvenes y estudiantes encabezaron marchas que terminaron en violencia, con ataques a edificios del Estado, entre ellos el Parlamento, la Corte Suprema y la residencia oficial del primer ministro.
El saldo hasta ahora es devastador: al menos 25 muertos, entre ellos Rajyalaxmi Chitrakar, esposa del ex primer ministro Jhalanath Khanal, fallecida en el incendio de su residencia. Más de 1.500 reclusos escaparon de cárceles en distintas ciudades, y la inseguridad se ha expandido a todo el país. El primer ministro K.P. Sharma Oli renunció en medio del caos.
En este escenario, Stefanny quedó varada sin recursos. “No tiene absolutamente nada, solo se quedó con el vestido que llevaba puesto ese día. Perdió documentos, dinero y medicinas. Ella sufre de anemia y ahora no puede continuar con su tratamiento”, explicó su hermana.
La familia en Lima y Barcelona ha pedido el apoyo urgente del Ministerio de Relaciones Exteriores. “Tenemos miedo de que en cualquier momento se corte la comunicación con ella. Está nerviosa y enferma. Pedimos que nos ayuden a traerla a Barcelona o Lima”, insistió su madre.

CANCILLERÍA TOMÓ EL CASO
Mientras tanto, la Cancillería confirmó que se encuentra brindando asistencia a la connacional. En coordinación con el cónsul honorario en Nepal y la Embajada del Perú en la India, se tramita un nuevo pasaporte de emergencia que le permitirá viajar el 16 de septiembre, fecha de su pasaje aéreo. Incluso se han enviado medicinas para cubrir temporalmente el tratamiento de su anemia.
El caso de Stefanny se ha convertido en el reflejo humano de una crisis política que estalló por el hartazgo de los jóvenes nepalíes contra la corrupción y la desigualdad. Su historia también expone la vulnerabilidad de los peruanos que, lejos de su tierra, pueden quedar atrapados en situaciones extremas sin recursos ni protección inmediata.
Por ahora, su familia solo espera que los trámites diplomáticos avancen con rapidez. “Lo importante es que salga de Nepal porque ya no tiene dinero, no tiene ropa ni medicinas. Todo lo ha perdido”, resume su hermana. Stefanny, desde Katmandú, sigue aguardando una salida, mientras la violencia continúa en las calles de un país que, hace apenas unos días, era para ella un destino turístico más.











