A diferencia de los animales vertebrados, que experimentan aspectos físicos y emocionales del dolor, no se tenía evidencia si los invertebrados podrían tener esta capacidad. Sin embargo, un estudio determinaría que al menos los pulpos sí lo sufrirían.
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La neurobióloga Robyn Crook, de la Universidad Estatal de San Francisco, en Estados Unidos, realizó los mismos protocolos para probar dolor en roedores en un pulpo, los invertebrados neurológicamente más complejos del planeta.
En el estudio, publicado en la revista iScience, Crook identificó evidencia que todos los pulpos son capaces de sentir estados emocionales negativos cuando son expuestos al dolor.
La especialista argumentó su estudio a través del comportamiento de los pulpos antes los experimentos, como los cambios en el estado afectivo, lo que sería el estado de ánimo en los mamíferos.
Estudios previos de Crook han demostrado que los pulpos pueden responder reflexivamente a estímulos nocivos, aprendiendo a evitar esos contextos dañinos. Después de una sola sesión de entrenamiento en una caja de tres cámaras, los pulpos que recibieron una inyección de ácido acético (una solución salina no dañina) en un brazo mostraron una clara evitación de la cámara en la que recibieron esa inyección.
Además, cuando a los pulpos que habían recibido una inyección dolorosa se les administraba lidocaína (un analgésico), tendían a preferir la cámara en la que experimentaban un alivio inmediato del dolor.
“Nuestro objetivo con este estudio fue trasladar la cuestión del dolor de invertebrados más allá de toda duda razonable, para que los esfuerzos para regular mejor su uso humanitario puedan continuar con una sólida base probatoria que hasta ahora ha sido carente”, se lee en un comunicado de prensa del laboratorio de Crook.