cayó el fin de semana en manos de los talibanes tras veinte años de luchas intestinas. Los extremistas islámicos han anunciando que no tomarán venganza contra nadie, pero los recuerdos de las épocas de asesinatos, ajusticiamientos y maltratos, empujaron a miles de personas a huir desesperadamente en las últimas horas. Las imágenes de gente agarrada a un avión del ejército norteamericano en pleno despegue han conmovido a la opinión pública internacional. Cinco de ellas murieron tras caer de lo alto o ser aplastadas. Las escenas recuerdan el 30 de abril de 1975, cuando el Vietcong tomó la ciudad de Saigón, capital de Vietnam, tras la derrota de las tropas norteamericanas, y miles de ciudadanos se agolparon a las puertas de la embajada estadounidense clamando salir del infierno.

Tres años años, el presidente Richard Nixon. gran impulsor de la guerra, había dimitido tras el escándalo de Watergate y gobernaba su videpresidente, Gerald Ford. La opinión pública estadounidense, el periodismo y las organizaciones de derechos humanos presionaban para que los Estados Unidos abandonen la guerra por el alto costo de soldados muertos: mas de 58 mil, la mayoría afroamericanos y latinos.

El ejército de Vietnam del Norte, apoyado logística y militarmente por China, estaba ganando la contienda. Ante lo evidente, días antes se realizó una evacuación masiva de diplomáticos y personal de apoyo estadounidense, ciudadanos extranjeros y refugiados vietnamitas (incluyendo a dos mil huérfanos vietnamitas durante la Operación Babylift). Para la iniciativa, se usaron decenas de helicópteros y aviones bombarderos, así como buques de guerra y portaviones.

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Es que informe de inteligencia señalaban que los norvietnamitas iban a causar miles de muertes en fusilamientos, especialmente de intelectuales, militares, sus familias, extranjeros, artistas y cualquier personaje que encarne la ideología occidental. Casi lo mismo que se teme ahora en Afganistán.

Semanas antes de la operación, los survietnamitas pugnaban por abandonar el país. Los más ricos remataban a precios ínfimos sus mansiones y se inauguró una mafia de pasaportes y visas. Todo servía para huir, vehículos, barcos o aviones. Incluso, familias publicaban avisos en diarios ofreciendo sus hijos en adopción a familias norteamericanas.

EL COMIENZO DEL FIN

El 21 de abril, renunció el presidente Nguyên Van Thieu y ese fue el punto de partida para el caos. Seis días después cayeron las primeras bombas en Saigón. Al día siguiente comenzó la ofensiva comunista sobre la vieja capital vietnamita. En cuestión de horas rodearon la ciudad, volaron las últimas resistencias y entraron a sus calles. Los militares huyeron como pudieron hacia Tailandia

Esta foto del 30 de abril de 1975 muestra a un soldado de las Fuerzas de Liberación Nacional (FNL) de Vietnam del Norte inspeccionando el edificio de la Asamblea Nacional en Saigón, después de la caída de la ciudad. (Foto: AFP)
Esta foto del 30 de abril de 1975 muestra a un soldado de las Fuerzas de Liberación Nacional (FNL) de Vietnam del Norte inspeccionando el edificio de la Asamblea Nacional en Saigón, después de la caída de la ciudad. (Foto: AFP)

El embajador estadounidense en Vietnam del Sur, Graham Martin, en las últimas horas, tuvo que ordenar que los refugiados, personal diplomático, militares y él mismo fueran evacuados por helicópteros, pues la pista de aterrizaje del aeropuerto de Saigón había sido inutilizada por un piloto de la Fuerza Aérea Survietnamita que desertó y arrojó bombas sobre ella.

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Las imágenes de la televisión son impresionantes. Cientos de personas son evacuadas en forma desesperada, muchas corren y otras se agolpan a las rejas de la embajada norteamericana esperando subir a una de las naves. A lo lejos se oyen las bombas. Los comunistas están llegando en tanques y vehículos militares. Desesperados vietnamitas se agarran como pueden de los helicópteros, otras lloran. Tras casi treinta años de lucha, primero contra los franceses y luego contra los norteamericanos, los revolucionarios ganan la guerra de independencia.

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