
Caer es parte de la vida de un ser humano y levantarse es obligación de los que desean triunfar. Esta es la historia de un hombre que conoció la cara del fracaso, pero no se entregó y tomó la decisión más dura: dejar la tierra que lo vio nacer y luchar bajo otro cielo y otro idioma. Jorge Berríos Barrantes es un chiclayano instalado hace varias décadas en Estados Unidos, donde llegó con la familia sin saber lo que podría pasar y sucedió lo mejor de su vida. Hoy es un empresario internacional.
Jorge, ¿Cuándo nace esta historia?
Soy chiclayano y la verdad no era muy bueno en el colegio y por eso, de muy joven, lo mío era emprender, ver posibles negocios.
Explícanos por favor
Mi padre se dedicaba al cultivo de arroz y yo, como en los estudios paraba de un colegio a otro, por haber sido expulsado muchas veces, decidí trabajar con él.
¿Cómo te fue?
Tenía una parcela para mí y la trabajé, me iba muy bien, pero una de las veces que vine al Mercado Mayorista de Santa Anita, me encontré que había entrado la competencia del arroz chino y era mucho más barato y me hundí.
¿Perdiste todo?
Casi me quedo en cero y con lo poco que tenía entré al rubro de la leche de vaca.
¿Entonces?
También cayó y ahí sí fue peor. Me quedé sin nada de dinero.
¿Qué decidiste?
Con mi esposa y mis dos hijos pequeños, nos fuimos a Estados Unidos.
¿Quién te esperaba allá?
El hermano de mi mujer y su ex esposa, una norteamericana.
¿Llevaste algo en la billetera?
Mil dólares prestados.
¿Cómo fue tu llegada?
Mi cuñado me advirtió: ‘Hay dos caminos para trabajar: construcción civil o ventas’
¿Qué respondiste?
El primero.
¿Cómo te fue?
Mal. En el primer día se dieron cuenta que no servía.
¿Cuál fue el siguiente paso?
La venta de ollas, pero no sabía nada de inglés y pasé un mes sin vender nada.
¿Bajaste la guardia?
Para nada. Cuando empecé a poder comunicarme, me fui haciendo un buen vendedor y alquilamos un departamento para nosotros.
¿Querías tu independencia?
Era necesario, porque la ex mujer de mi cuñado, una americana, nos miraba mal.
¿Dónde se fueron?
A un edificio y como no me alcanzaba para comprar una cama, dormí en la alfombra y mis hijos y esposa en la única que teníamos.
¿Qué más te tocó vivir en ese tiempo?
Amoblé mi casa con los sofás y sillas que los ‘gringos’ botaban a la basura.
¿Fue tan duro todo?
Puedes creer que no tenía ni para comer y me iba a una sanguchería donde encontré un peruano.
¿Te apoyó como buen compatriota?
Yo pedía mi hamburguesa y él me regalaba un montón de papas para llenarme.
¿Y cómo te iba en la chamba?
Salí elegido el vendedor del año, ocupé el cargo de director. Lo bueno de en un país como Estados Unidos es que existe la meritocracia.
¿Cómo siguió la historia?
Me percaté que la gente lo que más consume es el agua. En USA gran parte es reciclada, que la toman de los desagües, la tratan y le ponen cloro.
¿Así fundaste tu empresa?
Fue cuando nació Aquaworld Systems y hasta ahora somos una empresa exitosa.
Miras atrás, ¿tiemblas?
En el Congreso me dieron el premio ‘Orgullo peruano en exterior’ y cuando recibía la condecoración se me quebró la voz pensando en todo lo que me tocó vivir antes de estos instantes.
Gracias por su testimonio de vida
A ustedes por permitir que se conozca mi historia.










