Por: Eduardo Abusada Franco
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Quien conoce el Callao, conoce el Rovira. Con casi 110 años de historia, fundado por el español don Miguel Rovira Valle en 1907, pertenece al antiguo linaje de los bares de madera que dieron tantas historias a nuestro primer puerto: El ‘Samuelito’ (quedaba en la Av. Buenos Aires), donde resaltaba el trago ‘Sport Boys’, una mezcla de pisco, jarabe de granadina y un toque de leche, llamado así por su rosado color; el ‘Demetrio’, que vendía el famoso ‘Chimbombo’, pan con bonito (el pescado); el ‘Salón Blanco’; la ‘Casa España’, el ‘Chalaquito’, o ‘El Sabroso’, donde se dice que nació la salsa en el Perú con los marineros colombianos que allí recalaban.
De aquellos lugares, el único que continúa en pie manteniendo toda la tradición de los hombres de mar en tierra, es el Rovira. Acá conocí a uno de esos hombres trashumantes: el capitán Luis Sasco, un viejo marino uruguayo que tras recorrer el mundo, ancló definitivamente en el Callao, atrapado por el amor incandescente de una adolescente.
El hombre vivió por medio siglo en los altos del Rovira. Lo visité un par de veces. Siempre me han fascinado las historias de amor y de aventuras. Pero como este espacio trata de huariques, y chismoso no soy, dejemos las nostalgias del capitán Lucho en paz, que ya también en paz descansa.
Así, aunque el Rovira no es precisamente lo que yo considero un huarique, sino una pieza de historia viviente, quien conoce este bar-restaurante también conoce sus clásicos potajes como los ‘choros a la chalaca’ (comerlos en el Callao, obviamente, tiene más encanto), su cau cau de mondongo, el arroz de mariscos, y su célebre “desayuno chalaco”: caldo de choros con pan con pejerrey.
Fue acá la primera vez que probé el pan con pejerrey. Probablemente acá se inició ese sencillo, pero significativo bocadillo. En el Rovira te lo sirven normalmente en pan de molde; sin embargo, si lo prefieres, puedes pedirlo en pan francés. En realidad, me gustaría que fuese más grande, pero como aperitivo está muy bien. Viene con una sarsa de cebolla de bien equilibrado sabor.
El pejerrey está perfectamente arrebozado y sellado. No llega a achicharse en los cantos, sino que lo fríen de tal manera que hacia los bordes queda como una galletita con carnoso contenido. Por lo demás, el aderezo para arrebozarlo tiene los condimentos en el punto necesario que dejan también sentir todo el sabor del pez.
Personalmente, yo le meto un poco de limón y el ají, que es muy bueno; aunque ello puede distorsionar un poco los sabores originales. Así que me como uno con ají y limón, y otro solo con la sarsa de cebolla.
Este es un lugar de tradiciones. Te atenderá personalmente don Alejandro Chuquimango, quien con sus hijos, lleva administrando el lugar desde hace más de 40 años. Si estás falto de aventuras, ellos te contarán muchas anécdotas. Provecho.
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DATOS ÚTILES
- Huarique: ‘Restaurante-bar Rovira’.
- Plato recomendado: Pan con pejerrey.
- Precio: S/ 5 soles.
- Dirección: Calle Daniel Nieto 197, Callao. A una cuadra frente al Real Felipe.
- Horario: De martes a domingo de 8.30 am a 3.30 pm.
- Teléfono: 429-8799