Por: Miguel Ramírez / Periodista de investigación*
La Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) es un desmadre. El presidente Pedro Castillo, Vladimir Cerrón, la vicepresidenta Dina Boluarte y hasta el preso Antauro Humala están en una lucha encarnizada para meter a sus allegados.
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Dicho organismo, como se sabe, es clave porque procesa y centraliza la información de todos los organismos de inteligencia, respecto de la seguridad nacional y las actividades criminales del narcotráfico y el terrorismo.
“Es un peligro lo que puedan hacer estas personas con la información relacionada al narcoterrorismo. Es de público conocimiento que varios miembros del Ejecutivo y el Congreso son investigados por esos delitos”, me dice una fuente de esa entidad.
El caos empezó hace tres semanas cuando Pedro Castillo nombró como jefe de esa estratégica unidad a su paisano, el mayor PNP (r) José Fernández Latorre.
El único mérito de Fernández es ser amigo de Richard Rojas, el hombre de confianza de Vladimir Cerrón, el presidente de facto del país.
El propio Richard Rojas, con un descaro descomunal, dijo a la prensa que él mismo lo recomendó: “Sí, yo lo propuse. Vimos todo su legado académico y su profesionalismo (…) Es primo de mi exesposa”.
En la DINI a Fernández lo apodan burlonamente ‘El comisario’: el único cargo trascendente de su vida es haber sido comisario del distrito cajamarquino de Tacabamba.
No tiene ninguna experiencia en inteligencia. Lo que sí le sobra es un caudal de sanciones. Estuvo detenido por golpear a un cadete y tiene ¡30 denuncias! por abuso de autoridad, cobrar cupos a transportistas, realizar investigaciones por su cuenta y hasta por consumir alcohol en su comisaría.
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Lo primero que ha hecho es nombrar como jefe de su gabinete de asesores al general EP (r) Gustavo Bobbio Rosas. Muchos ya han olvidado y otros desconocen que Bobbio tiene un controvertido pasado y presente.
Durante el gobierno de Alberto Fujimori, fue asesor del general Nicolás Hermoza, uno de los militares de confianza de Vladimiro Montesinos. Y hoy es consejero, nada más y nada menos, que de Antauro Humala, preso por el asesinato de cuatro policías.
“Antauro es un amigo al que le doy consejos cuando me los pide y ambos somos nacionalistas”, dijo Bobbio hace unos meses.
Lo que ocurre en la DINI es preocupante. Ese organismo podría convertirse en un símil de lo que fue el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), que creó Montesinos para perseguir, difamar y hostigar a los enemigos políticos de Fujimori y a periodistas independientes.
Montesinos llegó a reclutar doce mil agentes en todo el país, 2500 de los cuales trabajaban en las instalaciones de Chorrillos, que él llamaba ‘La Fábrica’. En ese lugar se cocinaron las más abominables decisiones de crímenes y corrupción.
Si nadie hace nada -especialmente los congresistas de oposición que parecen no interesarse por lo que ocurre en la DINI-, aquellos tiempos aciagos podrían volver pronto. Nos vemos el otro martes.
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