Por: Miguel Ramírez / Periodista de investigación
Sendero Luminoso, la secta terrorista que derramó sangre y dolor durante más de dos décadas, tenía una cuenta secreta de casi un millón de dólares en un banco de Suiza.
La revelación la hizo la semana pasada el acucioso periodista Rodrigo Cruz, del diario El Comercio, en un documentado informe que ubica la historia en 1990, en pleno apogeo del senderismo.
La cuenta fue abierta el 20 de agosto de ese año por Nelly Evans Risco, quien integraba el aparato económico y logístico de SL. Once días después recibió un primer depósito de US$ 460 mil. Y en noviembre, Evans otorgó poder absoluto a Elena Iparraguirre, la esposa del líder senderista Abimael Guzmán, para que pudiera disponer libremente de ese dinero.
Tiempo después, la cuenta recibió otro desembolso de US$ 29,322.82. Luego nunca más ingresó más dinero. Hasta el año 2017, sumados los intereses y acreencias, la cuenta llegaba a US$ 906,457.79.
El 9 de diciembre último, un juez peruano autorizó la repatriación de ese fondo, debido a que aún es un misterio quién hizo los depósitos de la plata, que sería ilícita.
Lo revelado por Cruz acrecienta las sospechas que desde hace varios años manejan los servicios de inteligencia: los esposos Guzmán-Iparraguirre también habrían recibido una millonaria suma, en octubre de 1993, de Vladimiro Montesinos cuando se rindieron y se acogieron al llamado ‘Acuerdo de paz’.
Pocos recuerdan ese suceso y los jóvenes no tuvieron oportunidad de vivirlo. Guzmán e Iparraguirre habían sido capturados en setiembre de 1992 y enviados a la impenetrable Base Naval del Callao.
Meses después, Montesinos y su brazo derecho Rafael Merino Bertet lograron ablandar a Guzmán con gollerías. Era un ‘tigre de papel’. Lo sacaban con Iparraguirre a dar paseos en yate, opíparos almuerzos con finos vinos, podían hacer llamadas telefónicas internacionales y hasta les permitían encuentros íntimos, pero nadie lo sabía.
En diciembre de 1993, el mundo entero se quedó estupefacto cuando en un video aparecieron Guzmán, Iparraguirre y otros nueve dirigentes de la cúpula senderista, que también estaban presos, hablando maravillas del entonces presidente Alberto Fujimori y anunciando que se rendían.
Guzmán leyó una carta en donde reconocía su derrota, alababa al gobierno de Fujimori y pedía negociar un acuerdo de paz como “una necesidad insoslayable”.
Pero, muchos años después, se supo que todo era una farsa política que se había montado en los banquetes y paseos que Montesinos le prodigaba a la pareja terrorista.
Desde aquella época y hasta hoy, los organismos de inteligencia tienen información -aunque sin comprobación documentada- que por aquella rendición pública, Guzmán e Iparraguirre recibieron una millonaria suma, que fue colocada en cuentas en el exterior y que hoy disfrutarían sus familiares o amigos cercanos.
Este es uno de los grandes enigmas –como la muerte de la primera esposa de Guzmán– que hasta hoy nadie ha podido desentrañar. Nos vemos el otro martes.
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