Las fuerzas de choque partidarias son creadas y utilizadas por las dictaduras para acallar la protesta de la oposición política, someter a la población y agredir a la prensa independiente. Ocurre en Cuba, Venezuela, Nicaragua y en Bolivia cuando gobernaba Evo Morales.
TE VA A INTERESAR: ALBERTO FUJIMORI FUE DADO DE ALTA Y SEGUIRÁ SU TRATAMIENTO EN EL PENAL BARBADILLO
Son pocos los que advierten que lo mismo está aplicando el presidente Pedro Castillo y su partido Perú Libre. Prueba de ello es lo ocurrido el martes pasado en las afueras del Congreso, cuando se debatía el voto de confianza del gabinete del premier lenguaraz, Aníbal Torres.
Una turba de aproximadamente 600 personas tomó el jirón Junín y la avenida Abancay con palos y botellas, mientras gritaban arengas en contra del Congreso y en apoyo a Castillo. Todo estuvo debidamente coordinado. Los pandilleros fueron traídos de varios conos de Lima. Un medio, incluso, publicó fotos de los buses en los que fueron trasladados. ¿Quién financió esa revuelta?
Pero eso no fue lo más grave. Los cobardes revoltosos gobiernistas agredieron con patadas, insultos, puñetazos y hasta con latigazos, a cinco periodistas que se encontraban cubriendo los hechos. A la fotógrafa Romina Solórzano, de la revista ‘Caretas’, la tomaron del cabello y la arrastraron varios metros. Se trató de una agresión brutal, ni siquiera vista en los oscuros tiempos del fujimontesinismo.
Es más que obvio que dicha agresión no será investigada por el Gobierno, pese a que existen fotografías que permiten identificar a los agresores.
Lo curioso es que los organismos de derechos humanos y ciertos colegas que apoyaron a Castillo para llegar al poder no han dicho nada. Solo reclaman cuando son agredidos los periodistas que son de su simpatía.
Lo ocurrido el martes pasado me ha hecho recordar lo que hizo Vladimiro Montesinos en julio del año 2000 para desprestigiar a la célebre Marcha de los Cuatro Suyos. Aquella vez, miles de peruanos salimos a las calles a protestar contra el gobierno de Alberto Fujimori, quien se había reelegido ilegalmente por tercera vez.
El siniestro Montesinos contrató a cientos de pandilleros de distintos distritos para que se infiltraran en la manifestación y desataran vandalismo y muertes. También infiltró a agentes de inteligencia.
¡Y vaya que lo consiguió! Hubo cientos de heridos y detenidos. Los infiltrados incendiaron el local del Banco de la Nación. Seis vigilantes que se encontraban en el interior murieron intoxicados y ahogados.
Montesinos celebraba alborozado, hasta que en la Unidad de Investigación de El Comercio descubrimos que el jefe del SIN había pagado a cientos de pandilleros para causar ese caos. Cuatro de ellos nos contaron paso a paso cómo había sido el reclutamiento. El caso llegó a una fiscalía, pero todo quedó en nada.
¿Quién dirige la estrategia violenta de Pedro Castillo? Según diversas versiones, los caminos conducen al embajador de Cuba, Carlos el ‘Gallo’ Zamora, un viejo agente de inteligencia y experto en ese tipo de operaciones. Nos vemos el otro martes.
* Los artículos firmados y/o de opinión son de exclusiva responsabilidad de sus autores.
Contenido GEC